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Mario Antuña

Autor de "Catástrofes mineras asturianas"

Mario Antuña

Negra trilogía minera asturiana

Tres accidentes se cobraron en 1958 la vida de diecinueve trabajadores del sector del carbón en el Principado

En este año de 2018, se cumple el sexto decenio de una grave trilogía minera que llenó de luto y de dolor a tres concejos asturianos. De nuevo nuestra minería sufrió en sus carnes el abrazo mortal de la pérfida diosa Parca al arrebatar súbitamente la vida a 19 obreros, utilizando el temible poderío del maldito, nefasto, cobarde y silencioso gas grisú, cebándose de la buena voluntad y laboriosidad de los esforzados trabajadores mineros. Este fatídico año de 1958, fue el segundo en número de catástrofes que más sangría humana dejó escrita, después del año 1967, donde en cuatro catástrofes perdieron la vida 23 obreros. En esta ocasión, tres fatídicas fechas nos recuerdan la espantosa fatalidad que sufrieron los trabajadores de las minas citadas en el encabezamiento, y que, como tantos otros, no podemos olvidar a los héroes del subsuelo asturiano. ¡Siempre recordaremos la terrible tragedia que sufrió la minería asturiana!

Estas explosiones, como señalamos, fueron producidas por el maldito y silencioso gas grisú. Su presencia resulta inapreciable, y al ser más ligero que el aire, su cobardía le hace refugiarse cómodamente en las partes altas de la atmósfera, escondido en las oquedades, campanas, grietas, sitios sin ventilación, etc., siendo una de las impurezas más peligrosas de la atmósfera de la mina. Se encuentra somnoliento, agazapado, silencioso. Por sí mismo, no tiene prisa en aparecer, solamente lo hace cuando alguna causa externa lo despierta de su letargo, provocando la temible explosión, que generalmente suele ser muy virulenta. Esta causa suele ser una llama desnuda de una lámpara de seguridad, de una cerilla, una chispa de un mechero, de la piedra pirofórica del encendedor de la lámpara, la brasa de un cigarrillo, la mecha de un barreno, etc. ¿Es que alguien pretende conscientemente despertar al gas grisú de su plácido sueño?. Nadie, jamás.

Sin embargo, su voracidad dejó su huella en las tres explotaciones citadas. En la primera de ellas, en la mina de antracita Coto Requeté (también conocida como Antracitas de Carrandi, sita en este paraje del municipio de Colunga), propiedad de D. Nicolás González de Durana, posiblemente la causa más probable que originó la catástrofe haya sido una deficiencia en la lámpara de gasolina que llevaba un vagonero, al inflamarse el grisú dentro de la misma y salir al exterior alguna partícula de la llama por la parte inferior al faltarle el cerquillo de la base.

Cuando se encontraban realizando las funciones propias de su categoría, esta mala condición en la lámpara hizo que, a las seis y media de la tarde, del jueves, 2 de enero de 1958, una explosión de grisú de mediana intensidad, producida de un modo brusco e inesperado en la serie 4ª del taller de arranque formado sobre la galería Sur de 1ª planta, arrebatara la vida en el acto a los obreros José Luis Alonso Antuña, picador de 21 años, natural y vecino de Carrandi, y Casimiro Armando del Valle Bárzana, joven vagonero de 17 años, natural de Gobiendes, vecino de Loroñe, siendo alcanzados de lleno y estrellándoles violentamente contra los hastiales.

A consecuencia de la explosión, se incendió el polvo de carbón que flotaba en la atmósfera, causando, a la vez, graves quemaduras a otros 12 obreros que trabajaban en el mismo taller y en la galería. Todos ellos fueron conducidos al sanatorio El Carmen, de Gijón, donde quedaron hospitalizados, siendo algunos trasladados a su domicilio ante la extrema gravedad de los mismos.

Debido a las gravísimas lesiones, el sábado día 4, a las 5 de la tarde, en su domicilio de Colunga, fallecía Agustín Miguel Ángel Coya Candás, joven vagonero de 17 años. Al miércoles siguiente, día 8, a las 8 de la mañana, dejaba de existir en su lecho familiar de Coceña (Gobiendes), el joven vagonero de 17 años, Raúl Fernández García, natural de Bieres, Infiesto. Otro joven vagonero de la misma edad, Ignacio Alba Montoto, fallecía en su casa de Colunga a las 4 y media de la tarde del mismo día. Era natural de Villafranca del Bierzo, en León. Por último, a las 7 de la tarde, en su domicilio de San Juan de Duz, se le escapaba la vida al picador Evaristo Mariano Vigil Lueje, de 33 años.

Otro accidente que causó una gran conmoción en todos los habitantes del municipio allerano, ocurrió el lunes, 16 de junio de 1958. De nuevo, el maldito y silencioso gas grisú, cobardemente, hizo valer su predominio en las entrañas de la tierra, produciendo un doloroso y trágico accidente, usurpando la vida a 8 esforzados mineros, y que dejó completamente consternados a los vecinos del Alto Aller.

Aunque en principio no se sospechaba de la causa que pudiera haber originado la explosión de grisú, teniendo en cuenta que el grisú solamente hace acto de presencia cuando alguna llama desnuda le despierta de su letargo, posteriores investigaciones llegaron a la conclusión que la causa primaria que originó la explosión fue la existencia de grisú acumulado en la corona de la guía, agravado con el acto desgraciado de un vagonero que al desplazarse por la galería y ante la dificultad en el encendido de la lámpara, alzando el brazo golpeó la misma contra un poste de la galería (costumbre muy generalizada), con tan mala fortuna que se rompió por la débil junta cogida con soldadura de estaño entre la cepa y la tuerca fija. Por la brecha abierta entró aire con el gas que se encontraba en la parte alta de la galería, y debido a un cortocircuito entre bornas o entre una borna y masa, hizo que la llama se pusiera en contacto con el gas, provocando la inflamación de la mezcla. Al estar comprimida en un vaso casi cerrado, detonó con tal violencia que, al mismo tiempo que le arrancaba el brazo al vagonero, propagaba la explosión por el fondo del vaso reventado al resto del grisú acumulado en la corona de la galería, provocando la muerte instantánea al barrenista, Marcelino Baizán González, 30 años, natural de Llamas, vecino de Conforcos; y al vagonero Manuel Prado Rodríguez, 37 años, natural de San Félix de Congo (Lugo), vecino de Bello, que se encontraban en la guía.

En la fecha señalada, hacia las 11 de la mañana, en el taller de explotación formado sobre la capa Matona, rama Este, piso 30 a 32, en la guía montada sobre la capa 32 Este y la sobreguía que sobre esta capa se estaba montando, en las minas de antracita de Coto de Bello, explotadas por la Compañía de Carbones, Industria y Navegación, S. A., más conocida como La Carinsa, y propiedad de la Sociedad Hullera Española (SHE), la virulenta explosión causó la muerte a los picadores de primera Gerardo García Gutiérrez, 33 años, natural de Llamas, vecino de Conforcos; Benigno Fernández Álvarez, 30 años, natural de Santibáñez de la Fuente, vecino de Collanzo, y Secundino Baizán Ordóñez, 27 años, natural de Casomera, vecino de Collanzo; y a los vagoneros Manuel González Castañón, 28 años, natural y vecino de El Pino; José Antonio García Baizán, 18 años, natural y vecino de Casomera, y Pagerto Méndez Muñiz, 18 años, natural de Allande, vecino de Bello. Este último falleció en el sanatorio de Bustiello a las cuatro de la mañana del miércoles 18 a consecuencia de las graves lesiones, mientras que los precedentes lo hicieron en el acto, por shock traumático. También resultaron gravemente heridos otros dos vagoneros, aunque sus heridas no llegaron a hacer temer por sus vidas.

Al momento de conocerse la tragedia, rápidamente se organizaron los primeros auxilios efectuados por los propios compañeros, hasta que llegó la Brigada de Salvamento del Caudal, que trabajaron denodadamente para rescatar y bajar los cadáveres y accidentados hasta las oficinas que la Empresa tenía en Levinco.

Llegamos, así, al último aldabonazo trágico que marcó el año 1958. En esta ocasión, la maldad del gas grisú se presentó, hacia las 11 y media de la noche, del día 2 de septiembre, martes, en la mina Fradera, también llamada La Perenal, al estar situada en este paraje del pueblo de Villoria, municipio de Laviana, perteneciente a la empresa Cementos Fradera, S. A.

La fatalidad quiso que en la galería montada sobre la capa 2ª, piso 1º, el maldito, nefasto, cobarde y silencioso gas grisú hiciera acto de presencia, arrebatando la vida a 5 obreros en el momento de salir. Al producirse en el relevo anterior, a la una de la tarde, una quiebra en el 2º nivel, al comienzo de la chimenea que se está subiendo próxima al testero, se quedaron a doblar para levantar la quiebra los picadores Alfredo Bernardo Fernández Alonso, 34 años, natural y vecino de Villoria; Amalio González González, 38 años, natural de Tolivia, vecino de Artaoso, de la misma parroquia; José González Alonso, 46 años (en funciones de artillero), natural de Tablazo, vecino de Fenrero, aldeas de Villoria; el barrenista Jesús Ángel González Díaz, 30 años, natural y vecino de Villoria, y Emilio González García, 278 años, natural y vecino de Villoria.

Esta vez, el maldito grisú, insaciable en su afán de segar la vida a los mineros, se aprovechó al detonar los barrenos dados en el testero del primer nivel de la citada explotación, originando una gran quiebra en la galería, de unos 50 metros, alcanzándoles cuando salían al exterior al finalizar la jornada, dejándoles completamente sepultados, pereciendo todos ellos por asfixia de enterramiento y dejando huérfanas a varias humildes familias, cuyas víctimas eran muy conocidas en Villoria y Laviana.

Sirvan estas líneas para recordar en este 60.º aniversario a las víctimas y familiares que sufrieron el desgarrador trauma de soportar la pérdida de su ser querido.

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