Hoy muchos mierenses y en especial los más jóvenes, apenas recuerdan lo que fue el viejo Café Carolina, en la vida de Mieres. Para empezar diremos que este café estaba situado en el mismo lugar donde hoy está el también llamado Café Carolina. El anterior edificio estaba datado en 1878, un año después de haber sido construida la carretera a la estación del Ferrocarril del Noroeste. En aquellos años, lo que hoy conocemos como la avenida Manuel Llaneza, apenas tenía construidas a sus orillas más de media docena de edificios y estaba entre ellos la Escuela de Capataces.

Su edificio era de planta, piso y buhardilla. Los inicios de este bajo para actividad comercial comenzaron como restaurante, en propiedad de Celestino Lastra y Magdalena Rodríguez, ambos eran los conserjes de la Escuela de Facultativos y padres de Concha Lastra (fundadora de la Academia Lastra).

Al cesar esta primera actividad, el local pasaría a ser ocupado por la Cooperativa del Sindicato Minero administrado por Esteban García (1913-1918).

En el año 1922, el edificio es adquirido por Valentín Rodríguez, que regentaba una administración de lotería. Este lotero era un hombre muy popular en nuestro concejo que además sería alcalde de Mieres de forma bastante efímera, pues su mandato no llegaría a los 9 meses. También sería presidente del Orfeón Mierense, además de presidente de la Comisión de Fiestas de San Juan durante algunos años.

A principios del 1925, el empresario David Fernández Pérez decide alquilar este edificio a Valentín Rodríguez para abrir un negocio hostelero con el nombre de "Café Restaurant Carolina". Este empresario tenía, en la Plaza de Riego nº 4 de Oviedo, el "Restaurant Carolina", que era una institución en la sociedad ovetense, donde muchos novios de Mieres celebraron su banquete de bodas.

Una vez abierto este nuevo local, en poco tiempo pasaría a ser uno de los favoritos de los mierenses. En un primer momento funcionó aparte de café como restaurante. El comedor era atendido por la hija de Carolina. En este local, durante los años que trabajo como restaurante, se celebraron comidas multitudinarias como eran bodas, entregas de premios y más actos.

Incluso en ocasiones la cocina de este restaurante a tendía las necesidades de los presos de la cárcel de Mieres, como fue en la Nochebuena de 1926. Ese día por iniciativa del juez de instrucción Inocencio Iglesias, se sirvió a los presos, una extraordinaria cena, más bien un banquete. A ella contribuyeron económicamente, a parte del mismo juez de instrucción, el abogado Víctor Méndez Trelles; el procurador, Sergio Álvarez; el juez municipal, Alejandro Argüelles; el fiscal municipal Luis Álvarez; el secretario del Juzgado de Instrucción, José Armesto Arias; el escribiente, Julio Fernández Margareto; y el alguacil José Antonio Gallegos.

El suculento menú, servido por el que fue acreditado Restaurante Carolina, consistió en: paella a la valenciana, pollo asado, merluza con guisantes, vino de la tierra y como postres flan, frutas y turrones, café, copa y cigarro. Además, se les hizo entrega a cada uno de una cajetilla de tabaco de 0,50 pesetas, costeada ésta por José Antonio Gallegos.

También en esa Navidad la lotería, que tan malamente se había portado con nuestra provincia, se compadeció un poco de nuestra villa y que nosotros sepamos dos buenos clientes de Carolina consiguieron dar "un pellizco" a esta "buena señora". Los favorecidos fueron Luis Lorenzo y el joven socialista Santiago Orejas, quienes fueron premiados con dos mil quinientas pesetas cada uno.

En los primeros años, este local fue la sede del equipo de fútbol "Comercial F. C." y también había animadas tertulias sobre este deporte. En los años veinte, además, se activó extraordinariamente el asentamiento del fútbol como un fenómeno mercantilizado y siendo buen ejemplo de ello el Rácing de Mieres.

También en este local se celebraría un homenaje al presidente del Rácing de Mieres y que además lo era del Rácing Club Tennis, como fue el ingeniero Alfredo Santos Figaredo y que parece que es uno de los grandes olvidados en la historia del deporte de la comarca.

Este negocio en plena expansión seria traspasado en el año 1929 a Benjamín Sánchez Rodríguez, que había nacido en Pando de Grao, en el año 1895. A los 13 años había emigrado a Cuba. A su vuelta y con 21 años se casaría con María López y con ella regreso a Cuba y tras regentar durante unos años una tienda de comestibles, en 1927 regresarían a Asturias, y pasado un tiempo y después de ver diferentes negocios decidieron hacerse con el restaurante Carolina. La llegada de este joven matrimonio al local significaría el cierre de la cocina para darle un giro al local, que pasaría a ser "Café Concierto Carolina". Y en esos años comenzaron durante tres días a la semana las sesiones de variedades, que se celebraban en horarios de tarde y de noche.

Estos propietarios, siguiendo las tendencias de la época, para amenizar el local comprarían una magnífica pianola. Y por su pequeño y artístico escenario desfilaron los mejores números de varietés españoles. Siendo la bailarina que más tiempo estuvo en cartel Isabel la Tangeriana. Estas artistas en muchas ocasiones fueron acompañadas por los maestros Pérez de Mendoza o Luis San Narciso.

En este local también se celebraron numerosos combates de boxeo que era un deporte muy en boga. Otro local que también se caracterizó por sus combates de boxeo seria el antiguo Palau, local que también merece un reportaje por su amplia y larga trayectoria.

El Café Carolina de entonces era un vivero para todas las ideologías y por ello antes de la guerra, en el establecimiento solía haber tertulias políticas, que iban desde los anarquistas de Solano Palacios, que eran pocos, a la de Izquierda Republicana, junto la de los reformistas del partido de Melquíades Álvarez, y para que no faltase el contrapunto, también los conservadores de la Agremiación Católica y Obrera. Mayoritariamente este café era frecuentado por socialistas de los que había dos grupos, uno era el encabezado por Antonín Llaneza, siguiendo la línea de su padre Manuel, y el más intelectual del abogado Juan Pablo García.

Después de la guerra el panorama del Café Carolina cambió bastante debido a que la cárcel y el exilio se llevaron por delante a una buena parte de aquellos mierenses que se reunían en él. Ello unido a las condiciones enormemente restrictivas que la Ley de Orden Público imperante dispuso sobre el derecho de reunión, modificó sustancialmente todo el mapa tertuliano.

Con el paso de los años continuaría con el negocio Benjamín Sánchez (hijo) hasta que se jubiló y con esta situación la vieja construcción seria vendida, en el año 1988, para levantar el moderno edificio que hoy conocemos y donde el Café Carolina volvería a renacer de la mano de otra familia.

La vida de los cafés en Mieres fue, por lo general, larga, puesto que los locales que ocupaban no se traspasaban con frecuencia, ni tampoco se les cambiaba de nombre. Aún permanece en el recuerdo de algunos mierenses y forasteros el nombre de alguno de esos cafés históricos, que fundados en los principios del siglo XX continuaron abiertos hasta bien avanzado el pasado siglo, como el café América, Alcázar, Chus?. y este mismo Café Carolina.