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Enseñanza y dogmatismo

Contestación a las declaraciones del arzobispo de Oviedo

Dice el arzobispo de Oviedo que la iniciativa del Gobierno de Pedro Sánchez de dar prioridad a la enseñanza pública frente a la concertada supone una intervención de nuestra libertad (me imagino que se referirá a la suya) al tiempo que califica tal decisión como dictatorial y totalitaria.

Cuando un alto jerarca de la Iglesia católica emplea términos de tal calibre yo trato de prestarle mucha atención, porque si en algo tiene experiencia la Santa Institución que representa es, precisamente, en lo referido a dictaduras y totalitarismos.

En un primer momento pensé que su Ilustrísima hizo estos comentarios en su cuenta de twitter fruto de un cabreo terrenal, pero luego constaté que en una posterior entrevista a este diario se ratifica en tales excesos dialécticos y, por si esto no bastara, nos regala una teoría sobre la democracia. Chapó.

En los últimos años, he tenido el privilegio de visitar varios países de Latinoamérica. Y fue precisamente en Panamá donde conocí personalmente a Jesús Montes Sanz, quien me fue presentado por un común amigo cuando coincidimos en uno de los mejores restaurantes de la ciudad (dónde si no iba a conocer yo a un arzobispo). Pues bien, en todos estos lugares, cuyo desarrollo económico no va acompasado con el desarrollo social de sus gentes, pude constatar el gran poder e influencia política de la Iglesia Católica. Y si bien me parece una vanidad dialéctica afirmar que la fe es inversamente proporcional al desarrollo educativo e intelectual de las personas, afirmar que la fe se encuentra más arraigada en aquellos países con mayor índice de analfabetos es, sencillamente, pura estadística.

Pero quien mejor ha definido esta circunstancia fue José Luis Sampedro cuando afirmó que la Iglesia es una rémora para el intelecto humano porque su pensamiento es siempre dogmático, lo que nos obliga primero a creer y luego a razonar; justamente el proceso inverso al que debe responder toda persona libre.

Creo que la iglesia olvida con frecuencia aquella indicación que hizo Jesús de que había que mirar a los signos de los tiempos. Y en él tienen el mejor ejemplo de quien revelándose y contradiciendo los dogmatismos de la Iglesia imperante, fue por ello crucificado.

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