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Velando el fuego

La polémica que no cesa

La puesta en marcha del grado de Deporte y la disputa política y territorial

Si algo se puede afirmar de la práctica política es su volatilidad. Si dicho término, aplicado a la economía, sería algo así como la fluctuación o la amplitud de los movimientos durante un período determinado, otro tanto parecido ocurre en el terreno político. Se oscila entre el aquí y el ahora o el allá y el mañana, todo según los intereses que más convengan en cada momento. ¿Que se trata de hacer una infraestructura nueva?, pues su valor y utilidad va a depender del lugar en el que se pretenda ubicar. Lo menos importante -cuando tendría que ocurrir todo lo contrario- es su aprecio, su dimensión propia, pues todo ello queda subsumido en razón de la esgrima particular que prevalezca en cada caso. Y así hemos visto encarnizadas peleas políticas por el lugar en el que se colocaría un matadero o una biblioteca, a modo de ejemplos. Como es lógico, a tenor de tantos localismos en boga, mejor que esos equipamientos se dispongan en mi ciudad o pueblo y, si fuera posible, lo más cerca de mi casa.

Como prueba de ello, basta con seguir la polémica que no cesa -otra Historia Interminable por lo que parece- en torno a la implantación del grado de Deporte en el campus de Barredo en Mieres. La propuesta hecha hace un año para que se ubicara en Mieres, que posee el equipamiento más moderno y, por desgracia, el más infrautilizado y desconocido de la Universidad de Oviedo, ha abierto la caja de los truenos, las guerras tribales, el oportunismo ventajoso, la visión más chata de la política, que consiste en observar el mundo solo a través de unos anteojos exclusivos.

¿Que hasta el momento las instalaciones más modernas de la Universidad han sufrido el olvido de administraciones e instituciones? ¿Que la historia del campus de Mieres cuenta con una importante inversión de unos 131 millones de euros y que su principal objetivo es ser un proyecto clave de fondos mineros para liderar la transformación territorial de las Cuencas? Y a mí qué me cuenta. Cada cual que barra su casa y las Cuencas que se arreglen con la suya. ¿Acaso yo que soy de Gijón, Oviedo? no tengo también derecho a disfrutar de esa titulación? Mejor peleémonos todos, luchemos con inclemencia unos contra otros, volvamos a exhibir la espada y la guadaña y, al final, que gane el más fuerte. Que eso es la vida, oiga, que ya está bien de tanto romanticismo, que cada cual se las arregle como pueda?

Una vez más el sentido común, y bastaría sólo con una pequeña brizna, tendría que ser suficiente para orientar nuestras conductas (cierto que en política hace ya muchos siglos que ha dejado de existir, si es que alguna vez estuvo presente), pues no parece difícil reconocer que si se actúa desde la perspectiva de una óptica común los resultados serían beneficiosos para todos. Lo cierto, en este caso, es que mientras nos tiramos los trastos a la cabeza, el grado de Deporte sigue siendo un proyecto en el aire, un suspiro mañanero, un verso al que le faltan todas las metáforas. Las Cuencas languidecen, el área central se ha puesto en pie de guerra, el campus de Mieres corre el peligro de continuar siendo un páramo para vergüenza de todos. A la Universidad de Oviedo le corresponde finalmente la labor de decidir. Esperemos que se impongan tanto las razones técnicas: metros cuadrados, equipaciones modernas... que ya existen, como las de justicia social. Si es así, Mieres tiene ganada la batalla sobradamente. Y sin necesidad de recurrir a ningún tipo de artimañas.

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