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Dando la lata

Goteo

Las Cuencas nunca han salido de la crisis ni del retroceso

Vaya por Dios. No gana uno para disgustos. La economía española ya presenta signos de ralentización. Y los expertos más salerosos comienzan a vaticinar la próxima llegada de una nueva crisis. La enésima. Cuando aún no nos había dado tiempo a calentar el motor ya nos estamos quedando sin gasolina. Esto es un sinvivir. Mátate a sufrir viendo los nubarrones y soportando el aguacero que, aún calado hasta los huesos, parece que quiere arrancarse a llover de nuevo. Esto referido al resto de España, porque la menguante población de las Cuencas mineras asturianas entró en recesión como resultado de la primera crisis del petróleo, allá por 1972 más o menos, y ahí permanece.

A estas alturas, es una forma de vida, algo de lo que se habla, como del tiempo y la salud, por pura rutina. Que dicen que vuelve la crisis. Adónde. A todas partes. De aquí nunca se fue. Pues tienes razón; vamos a tomar un vaso para celebrarlo, que está la tarde de terracina. Dígotelo yo; a ver si encontramos sitio para sentarnos, que eso sí que es preocupante. A veces he de hacer el esfuerzo de moldear las catastróficas noticias de los telediarios a la realidad que me rodea. Porque si no, me dejo llevar por el pesimismo general. Todo eso que cuentan podrá ser espantoso en Madrid, Cataluña o Valencia, pero en Asturias y, particularmente, en nuestras Cuencas, es la cotidianidad. Lo que al resto del mundo desarrollado viene afectando de un modo coyuntural y transitorio, ahora va, ahora viene, tomó las Cuencas con firme propósito de permanencia. Malamente podemos desacelerar sin haber acelerado en medio siglo. Ahora, el gran notición es que el 31 de agosto España batió su plusmarca de destrucción de empleo en un solo día. Vale, pero es que para destruirlo primero habrá que crearlo, algo que aquí no ha sucedido. Nosotros, a lo nuestro, a ritmo de goteo de población, de actividad, de creación. Siempre a menos, pero con firmeza.

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