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A mi aire

La cuenta atrás

A menos de dos meses del entierro definitivo del carbón, aunque se sabía desde hace muchos años, se ha oficializado con un último esfuerzo de salvar los pocos muebles que quedaban y el careto. Por lo tanto el luctuoso acontecimiento ya no tiene vuelta de hoja. Por parte del Gobierno central muestran su satisfacción por quitarse -nunca mejor dicho- un muerto de encima, mientras el resto de actores salen del trago como pueden, templando gaitas con la cantinela de que resulta lo mejor para todos, en especial para los que han estado siempre en la pomada de las alturas, pienso yo.

Después de la manida retórica, llega el tiempo de ir pensando qué va a pasar con las ayudas prometidas para compensar el inquietante panorama que se nos ofrece a las comarcas mineras.

La negativa experiencia de la riada de millones a cuenta de los fondos mineros nos obliga a estar e guardia permanente. Pues de poco sirvieron salvo para muchas obras innecesarias o llenar la faltriquera a cazasubvenciones, obviando las promesas de crear trabajo estable y de fijar población joven.

No se debe tropezar en la misma piedra y volver a dar carta blanca a individuos que aparecen, vayan ustedes a saber con qué connivencias, para montar el chiringuito de cartón piedra y a los cuatro días se largan con los bolsillos repletos. No me hagan ustedes explicitar ejemplos, pues existen por decenas.

Por el camino quedan muchos "personajes" que han contribuido notablemente, por acción u omisión, a llegar al desenlace final, cínicos que ahora sufren amnesia, pero que se fueron forrados saltando del barco a tiempo.

Su cinismo llega a tal grado de que aún pretenden repartir culpas a diestro y siniestro, aunque ya nadie trague, salvo los beneficiarios del chollu.

El sepultureru de turno ya lo tiene todo preparado para echar la última palada que enterrará definitivamente una larga historia que fue santo y seña de nuestras comarcas mineras.

Resulta un tanto extraño que en los entierros se tiren voladores, pero en este caso son muchos los que lo hacen, los unos porque esperan beneficios a costa de ello y, los otros, porque se quitan un buen peso de encima.

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