La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nicanor, ermitaño de San Juan

El carácter recto y austero de un cura que se volcó con los obreros

Abre su brazo al menesteroso y extiende su mano al pobre. Proverbios 31,4-20

Estás preparado, esperas la noticia, pero no por ello deja de sorprenderte. Por la mañana, suena el teléfono, y te dicen: ha fallecido D. Nicanor. Lo habíamos estado visitando en el hospital de Mieres hacía pocos días, y allí lo vimos débil, asumiendo la cruda realidad y con extraordinaria lucidez aceptaba su hora; la lucha, había terminado, esa lucha que él siempre había mantenido por la defensa de la vida, sobre todo por la defensa de la vida de los obreros, de los más débiles, por la defensa de una mayor justicia laboral.

Aunque hombre de la cuenca, cura y mierense por vocación, Nicanor llevaba consigo el carácter recto y austero de sus raíces leonesas, vestía con la sobriedad de un ermitaño y como tal vivía, ejerciendo su ministerio por cerca de medio siglo en San Juan de Mieres, evitando, como lo había hecho Jesús, que allí se metieran los mercaderes pero dando cobijo y protección a los necesitados o perseguidos, sin parafernalias ni protagonismos. Nicanor López Brugos, todo un carácter temperamental, tenía en La Foz de Morcín la otra cara de la moneda en José Manuel Valle el sosiego y la bondad. Ambos, quijotes de pro, formaban un tándem maravilloso, queridos y respetados por ateos y creyentes a la vez que ellos convivían con unos y otros, ambos consideraban que ellos no tenían como misión condenar a nadie, por sus ideas políticas o religiosas.

Nicanor, se ha ido, como ha vivido, ligero de equipaje y ha elegido, para irse, a la otra orilla, una fecha muy señalada , un día de fiesta; fiesta de todos los santos porque él sabía que, una vez cumplida su misión en cuerpo mortal, allá lo esperaban todos aquellos que él había atendido y ayudado y entre ellos los compañeros de los quijotes que le precedieron y con quienes habíamos departido momentos felices; José Manuel Valle, Ramón Colao y Rufino Roces; y poco a poco nos iremos reuniendo todos, dejando aquí todas nuestras miserias, para continuar las gratificantes reuniones de afecto y amistad.

Querido Nicanor, tu talante democrático, de verdad, no de palabra, te ha hecho respetar, ideas políticas y religiosas, porque tú has valorado la persona, y la persona, como ya habíamos comentado en ocasiones, nace desnuda, sin signos ni siglas... y así se va y lo que queda es la estela de la labor bien hecha, esa es la que nos dejas. Hasta cualquier momento, amigo.

Compartir el artículo

stats