Cincuenta mil personas salieron a la calle en Avilés en defensa de Alcoa, llegados de toda Asturias. El cierre de la aluminera, con trescientos empleos, es la gota que ha rebosado el aletargamiento de esta región en estado semicomatoso. ¿Hace treinta años se hubiera producido una reacción similar? Igual sí, pero con menos miedo que ahora. Alcoa, más que un conflicto laboral, es una de las últimas barreras de defensa de la industria asturiana. Con
una Asturias con todos los problemas pendientes sin resolver, se enfrenta a la pérdida de población, al desempleo, a la caída de actividad económica, a la emigración de los jóvenes. Sin variante de Pajares, sin aviones, sin autopista del mar, sin la autovía del Suroccidente sin acabar, sin tantas cosas, Asturias no necesita soluciones, no más sobresaltos. Alcoa somos todos no porque sea una empresa esencial, sino por el pánico que provoca el estado de la región.
