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Tribuna

Va a pasanos algo; si no, al tiempu

La radicalización de los discursos políticos y el fomento del odio

Este artículo va ser tan corto como un "interruptus" por que no merecen más que una eyaculación precoz aquellos en quienes está pensada. Y pese a aparecer en ella, no son los políticos precisamente.

Allá vamos. Cierto es que la deriva dialéctica de estos, que malos y torpes sufrimos, basada en la radicalización sistémica y el odio a los de la formación política diferente a la propia, ya chirría y seguro que, salvo a los holligans y vasallos de sus señores, a todos nos cansa y asusta. La falta de recursos lingüísticos, oratoria, formación de cuadros y entrenamiento necesario para fajarse en las disputas del día a día de forma digna. Los ausencia de principios ideológicos inmaculados, que se les suponen, propia de los fundadores de los partidos históricos, caricaturiza y pinta a todos nuestros primeros espadas de la política patria casi como ocupas ocasionales de este arte, en tiempos de crisis económica, al no encontrar otra forma de lograse viandas que llevar a la boca. No tan al extremo y torpes, como Mr. Trump, pero casi -a fe mía que alguno lo idolatra y se "va" con sus poses y salidas de madre-.

Raleras en su conjunto que llevan al uso y abuso de términos anclados en el pasado tales como "las izquierdas", "las derechas", "los golpistas", "los populistas", etc, que incitan a que individuos con poco recorrido intelectual y emocional y mucho tiempo libre, en demasía desocupados de empatía, se monten películas en las que se ven como los salvadores de la patria. "Rambos" de pacotilla, "gatillos fáciles de averno" que en liturgia macabra traman magnicidios, golpes de estado y atrocidades más propias del mundo de las cavernas.

"Jonh Waynes" de cartón piedra, "Oswalds" cutres amantes de fotos rodeados de armas varias, por que con algo hay que rellenar la falta de principios morales, que se sienten alentados por las huestes reaccionarias y emulando, otra vez más a trasnochados "salvapatrias", fusil en mano, se disponen a dejar las cosas atadas y bien atadas cortando paradójicamente los cada vez más débiles hilos que nos unen con las democracias occidentales.

Y luego todavía hay quien se extraña de que nos lluevan "zascas" de Estrasburgo. Claro, ¿cómo puede ser que España, la reserva espiritual de Occidente, la de la rancia tradición histórica, la cuna de la civilización occidental pueda ser reprobada por aquellos a los que nosotros gobernamos a golpe de Tercios de Flandes y bastón de Alba? Pues precisamente por esto amigos. Triste futuro cultural dejamos a los que nos siguen. Bueno, al final, el artículo no fue tan corto.

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