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Una visión atlántica

Impurezas

Críticas desde la militancia a la línea del PSOE y su Gobierno central

No creo en las purezas ideológicas. Por eso nunca me identifiqué con ese eslogan que un sector del PSOE utilizó en las primarias definiéndose como "100% socialista", entre otras cosas, para afirmar que el otro sector no lo era.

Aunque tengo una militancia perfectamente clara y definida, no sabría acotar porcentualmente mi ideología política, pues mi discrepancia con algunas formas y fondos de mi partido me impide hacerlo. Y es que no comulgo con las incoherencias y actitudes que veo en el discurso y en la trayectoria política de una parte de quienes hoy, provisionalmente, lo encarnan. Me niego a aceptar que un dirigente socialista utilice dos discursos diferentes a la hora de analizar las decisiones y comportamientos políticos en función de quién los protagonice.

No es de recibo que un líder socialista haya basado su discurso político pasado enfrentando las políticas del cierre de la minería que el PP pretendía aplicar (incluso llamando a la movilización de los ciudadanos de las Cuencas) y guarde ahora el más clamoroso silencio ante la consumada decisión del gobierno de finiquitar el sector minero. Y no es de recibo, por muy contradictorio que le resulte haber apoyado a quien hoy aplica las políticas contra las que con tanto fervor se opuso cuando gobernaban otros.

Como tampoco me resulta digerible que algunos (y lo que es peor, algunas) dirigentes socialistas se queden mudas ante las machistas y homófobas afirmaciones de la actual ministra de Justicia por el simple hecho de que la fiscal de ayer sea hoy su compañera de partido. Sí, ya sé que grabadas ilegalmente por un basurero del Estado, pero expresadas claramente por ella, pues una cosa es la ilegalidad de la grabación y otra bien distinta su autoría, jamás negada. ¡Qué no dirían estas mismas políticas, hoy silentes, si esas declaraciones salieran de la boca de cualquier otro dirigente que no fuera de su cuerda!

De ahí que aborrezca hasta el cansancio esta hipocresía que cada día nos aleja más de un ciudadano descreído y harto de la política, precisamente, por comportamientos tan incoherentes e interesados como los descritos. Eso es lo que verdaderamente nos distancia de nuestros electores; el constatar que en ese tipo de actitudes y comportamientos no marcamos la diferencia con el resto. Y junto a todos los demás, los socialistas de hoy formamos parte de esa clase política que en todas las encuestas del CIS aparece como uno de los principales problemas de la ciudadanía.

Así que no soy 100% socialista como otros afortunados afirman serlo. Y ese porcentaje que cercena mi pureza ideológica lo distribuyo entre el escepticismo, el descreimiento y la decepción. Lo que sí pretendo ser es 100% crítico con aquello con lo que me identifico y que, por sentirlo mío, es lo que más me duele. Y no me sirve el argumento de que los otros hacen exactamente lo mismo y que la autocrítica siempre será aprovechada por el adversario para machacarnos con ella. No me sirve. Y claro, así nos va.

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