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Dos amigos inseparables

La relación entre los sacerdotes Nicanor López Brugos, recientemente fallecido, y José Manuel Valle Carbajal, que murió en 2010

Nicanor a secas, como a él le gustaba llamarse, y José Manuel Valle Carbajal ejercieron su vida pastoral con una afinidad simbiótica, grandes sacerdotes, con muchos hábitos en común.

Deseo desde estas líneas, como feligrés de La Foz y amigo de ambos destacar la labor y apoyo prestado por Nicanor a nuestra parroquia, en diversas ocasiones por enfermedad de Don José Manuel u otras circunstancias él atendía las necesidades pastorales de La Foz.

Le gustaba participar en las fiestas de La Probe y San Antón (nuestros patronos), San Antonio de Padua, San José en La Puente y Santa Bárbara, patrona de los mineros en el pozo Montsacro. Quién no recuerda sus sermones y homilías ingeniosas y agudas, que le gustaba pronunciar desde las escaleras de presbiterio, sin duda para verse más cerca de la feligresía, plenas de vehemencia y de un cura de raza y que siempre acababan con la narrativa de una anécdota simpática o un símil perfecto, pero coronado con un poderoso canto a la esperanza.

Nicanor decía a los feligreses de La Foz que el mayor honor que podíamos tener era una Patrona con el bautismo de Virgen de La Probe. Recuerdo su último sermón en Santa Bárbara, pleno de clarividencia, de una situación que siempre habida demandado y que ahora se consumaba irremediablemente, el declive total del sector minero, y la pobreza de nuestras cuencas.

Cómo contagiaba con su testimonio de vida de ese noble sentimiento hacia los más necesitados y desfavorecidos, mostrando el verdadero sentido de lo que es el paradigma de la solidaridad. En estricta justicia hay que dejar constancia que Mateo Murias, nuestro actual párroco, tuvo un comportamiento ejemplarizante y digno de encomio durante la enfermedad de Don Nicanor.

A lo largo de su vida ha mostrado un extraordinario celo, tenacidad y constante empuje personal, poniendo los cimientos en las más importantes obras llevadas a cabo. Paladín, de lo que debe ser de verdad la justicia social y la doctrina social de la Iglesia. ¡Como para que no figure a perpetuidad su nombre en calles, plazas o edificios de su Mieres querido! Es de esperar que se solvente esa enojosa situación lo antes posible.

Le estoy viendo con la sotana asida a la cintura, corriendo por el legendario campo de El Llerón en Riosa, donde disfrutaba jugando al futbol (también su condiscípulo José Manuel era un gran futbolista), sus pases se convertían en goles al juego fino de Conrado o Ramonín, la bravura de Toni Cueva y los hermanos Sánchez y los remates de cabeza de Pepe el de Antón-Prunadiella, "La saeta Rubia", te entusiasmaba. En alguna ocasión jugando contra La Foz se encontraba con el valladar de Quirós, auténtico fenómeno en la zaga, que repartía caricias a diestro y siniestro.

Con motivo de su muerte, muchas plumas reputadas del ámbito eclesiástico y de la sociedad civil han dicho todo lo que se puede decir (plagiando a mi buen amigo el alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez) "se trata de un ser humano excepcional", y yo añado se trata de una figura irrepetible.

La misa de San Juan en su querida parroquia, fue una manifestación palpable de lo mucho que le queríamos.La homilía de Don José Luis, su inseparable amigo, hizo humedecerse muchos rostros. Juntos en apretado haz todas las clases políticas, sociales y pueblo lleno de fervor despidiendo al gran amigo y benefactor de todos Don Nicanor.

La emoción final estalló en aplausos a la lectura de un cariñoso manifiesto de recuerdo de una catequista y al poema cantado por uno de los Quijotes, el amigo Joaquín Pixán, dedicado a Don Nicanor, que deleitó a toda la feligresía.

Mi primo Mario y yo tuvimos la ocasión de verle en estado preagónico, tres días antes de su óbito, gracias al aviso de los buenos amigos Cholo y Fernando Delgado, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. En el momento de la breve visita, recordamos la intendencia que desde el cielo estaría practicando Don José Manuel, preparando una de las estancias en la casa del padre bueno Dios, donde volveréis ajuntaros eternamente. Él nos respondió con voz apagada "eso espero".

El vínculo de Nicanor con La Foz, se ha mantenido después de la muerte de Don José Manuel, con frecuencia acudía acompañado de su fiel amigo el sacerdote Cholo, para degustar un pote fruto del buen arte culinario de la incasable Estrella, protectora de muchos curas. Allí descansaba y vivía unas horas de silencio y relax.

Nicanor y José Manuel, desde ahí arriba, os pedimos que sigáis rogando por los que quedamos aquí abajo, hasta que seamos llamados por el Todopoderoso. Descansad en paz.

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