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La transición dulce de Asturias

El cambio de modelo productivo por el fin de la minería

Oír hablar de transición dulce nos lleva irremisiblemente a pensar en el mundo del fútbol porque este deporte se ha apoderado de aquel concepto. Y así objetivamos la jubilación suave e indolora de una vieja gloria del balompié. Aquel que lo fue todo, que entregó cuerpo y alma, sudor y sangre por unos colores y su escudo va desapareciendo paulatinamente de las convocatorias, casi sin que los aficionados lo noten. Juega los partidos de Copa, en los "fáciles" de casa y al final cuando el "pelotero" se da cuenta de que sobra, pide un partido homenaje y se va en olor de multitudes.

Pero no, quietos "paraos" todos, no vamos a disertar sobre la necesidad de jubilar a Messi, CR7, ni al "Pipo" Baraja, aunque para algunos este último haya hecho méritos sobrados. Vamos a reflexionar sobre la nuevamente pretendida transición dulce para Asturias, casi muerte por inanición o congelación me barrunto. Pero antes de colgar las botas, debemos condicionar el presente a los errores del pasado.

A nadie se le puede escapar que al Principado llegaron durante décadas fondos europeos para lograr que esta transición fuera lo menos traumática posible y no precisamente hacia la muerte por obsolescencia sino hacia modelos productivos excelentes. Ir reconvirtiendo y sustituyendo la todopoderosa minería por otras iniciativas empresariales que garantizasen la posibilidad de que los jóvenes, y no tanto, pudieran seguir "currando" cerca de casa. El problema es que unos por acción y otros por inanición permitimos que algunos, más de los que están investigados, seguro, se lo llevaran calentito.

En el mejor de los casos, esos recursos se dilapidaron en espejismos sin cabeza ni juicio racional. ¿Dónde están los resultados de aquellos "peplums" -proyectos de innovación empresarial- que nos iban a proveer de trabajo intergeneracional a todos? Pues, sencillamente, como las llaves de la canción, en el fondo del mar.

Y desgraciadamente, ese fondo nada tiene que ver con los "mineros" que llegaban de la UE. Seamos justos y serios, nada sirvió porque la idea no era esa -la de innovar- sino la de mantener un modelo, estoqueado de muerte desde los centros de decisión económica, para que cuatro sinvergüenzas se mantuvieran montados en su caballo de crin impoluta y "güevos" -los suyos y los del corcel- más grandes que los del jaco de Espartero.

Y pese a que todos, ellos y nosotros, lo sabíamos, nadie tuvo la valentía de criticar porque, claro, hacerlo implicaba no solo "nun salir en la semeya" sino mucho peor aún, quedar marcado para siempre en una lista en la que resultabas propuesto y aprobado, en la misma tacada, como paria, apestado, leproso o "walking dead" que mola más y es más moderno, por eso del "halloween". Un limbo del olvido que nadie querría saborear porque no solo era paladar del titular sino también para los suyos. Y claro, con la amenaza del estigma social se amordazaron muchas voces y con las prejublaciones se narcotizaron muchas mentes.

Pero el paso del tiempo dicta sentencia y lleva a cada uno a su lugar, al banquillo, a la grada o a la sombra y, de la misma forma, aquellos que hace veinte o treinta años se fueron para casa incentivados se dan cuenta que hoy sus hijos se tienen que poner la mochila a la espalda y emigrar, casi en patera, o convertirse en legión de "ninis". Y ya no queda otra que pedirle cuentas al Rey porque la cohorte del carbón, aquella que se ganó las exequias para los suyos, se encuentra amnésica, descoordinada o, en el peor de los casos , en busca y captura.

Y ¿ahora qué? Una UE en descomposición obliga a cumplir con la contrapartida para la que donó sus fondos y la minería se extingue frenética, en carrera final hacia diciembre. Catarsis que se suma a la de Alcoa, la Damocles sobre Arcelor... Y en éstas, Pedro calla en Madrid y los vasallos y rebeldes en Asturias le hacen coros mudos. Pero peor aún es la indolencia de todos los partidos políticos patrios que no tienen la capacidad para establecer modelos económicos que permitan salir de este atolladero de un chingona vez.

Y, una tras otras, camelan a sus votantes con estrategias vacías de sentido y plenas de postureo. Vamos, lo que viene a ser guardarse un sillón del Congreso, Senado o similares donde aposentar sus reales en tiempos de incertidumbre económica. Y si no me creéis, como muestra, ahí van unos botones: salvar a la banca privada con capitales públicos justificando que es por el bien de sus clientes, a la vez que se permite que no devuelvan el rescate; plasmar impuestos al sol, en el país más acariciado por los rayos del astro de Europa; rehogar con gasolina modos de turismo salvaje, tipo "guiri", a 250 euros semana de borrachera, sexing, "farloping", "balconning" y peleas con nuestras fuerzas de seguridad; olvidarse de las leyes de Defensa de la Competencia que impedirían los cárteles de las eléctricas y consecuentemente condenar a la pobreza energética a muchos de nuestros compatriotas; atajar de una vez la corrupción que, en cuantía de la OCDE, alcanza los 11.000 millones de euros.

Y no olvidemos que los ojales los tiene diseñados el sastre Villarejo, que dejó guardadas sus medidas en grabaciones que ven la luz con cuentagotas para hacer más daño. Pero claro esto es Asturias y lo que nos envuelve por debajo del Cantábrico, España. Así que podemos quedarnos en eso de "¡Soy español...!". ¿A qué deporte quieres que te gane?

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