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La pizarra

Polvos y lodos

La exhumación de las fosas comunes de la represión franquista y la visión de la comunidad internacional

Vamos a empezar fuerte, que para eso somos España, la grande y recia, la reserva espiritual. Pues venga, vamos, que nos vamos, como diría Camacho en sus tiempos de seleccionador de "La Roja". Y viene al pelo por todos los sucesos ocurridos en la arena social española recientemente.

No olvidemos que la ONU ha reclamado, de manera continua, que los gobiernos patrios investiguen los crímenes del franquismo. Por activa y por pasiva, Boutros Ghali, Kofi Annan, Ban Ki-Moon o ahora Antonio Gutierres, y otros antes a ellos, secretarios de Naciones Unidas, han instado a los correspondientes presidentes del Gobierno español a que reintegren al cuerpo social, con sus derechos arrebatados por fusil, mauser o pistola, a los más de 140.000 desaparecidos por la represión militar franquista parida de un malnacido golpe de estado en 1936.

Pero "que si quies, Andrés" ni sociatas ni peperos estuvieron nunca por la labor, ni a la altura, pese a que la Comisión Permanente de la asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa -y en ella españoles debe haber- aprobó por unanimidad condenar al franquismo por sus crímenes de lesa humanidad ordenando, a su vez, al Gobierno de España a crear una comisión contra los asesinatos y vejaciones del periodo dictatorial del otrora todopoderoso "generalísimo". Y no me estoy inventando nada, faltaría a mi código ético de investigador, algo a lo que no estoy dispuesto. Para más sarcasmo no podemos olvidar que España, en 1979, ratificó y firmó el Convenio Europeo de los Derechos Humanos, quizás pensando que como éramos o nos creíamos tan buenos y amparados en el autoproclamado título de reserva espiritual, dicho panfleto no obraba para nos.

No se explica, si no, cómo existen localizadas más de 2.500 fosas diseminadas por la geografía del país, la mayor parte de las cuales sin exhumar con familias y descendientes rogando desde hace décadas por ello. Y las que faltan por ubicar, me barrunto, porque en aquel periodo oscuro cualquier camino, senda, recodo, curva o recurva era lugar propicio para ser asesinado tras un macabro paseo que podía durar varios días.

Eso sí, algunos compatriotas, que miran para otro lado cuando se cruzan con nuestra miseria, se felicitan de que Naciones Unidas consiguieran, por fin, que se condenara a dos cabecillas del grupo criminal Jemer Rosjo, que asoló Camboya durante años y la convirtió en el país con mayor número de fosas comunes del mundo. Y esos mismos olvidan que España, según datos internacionales, tiene el dudoso honor de ser medalla de plata en tan macabra carrera hacia la destrucción de la Cultura y los Derechos Humanos.

Y ¿nadie piensa que significa esto?. A bote pronto se me ocurre que, el mundo civilizado, puede estar "flipando" en colores con la dejadez de nuestros gobiernos que permiten que huesos o derechos se sigan pudriendo en el olvido. Que torturadores, aún vivos, mantengan condecoraciones por los servicios prestados al Estado y cobren pensiones por tal honor. ¡Jo! Esto al menos deja en mal lugar a un estado Democrático, por que por definición y rúbrica en La Carta Magna nunca puede existir sombras de discriminación ni dudas sobre la honorabilidad de quien recibe tales distinciones. Nuremberg dejó con el culo y las vergüenzas al aire a un dictador y su cohorte de criminales. Los Balcanes, Argentina, Chile, Camboya y otros obran en consecuencia. Y podríamos concluir, "¿España pa cuándo?".

Para concluir, decir que las fosas de los asesinados durante la Guerra Civil, muertos del bando golpista, fueron exhumadas durante los años cuarenta, salvo el caso de la de Consuegra en Toledo, ya comentado en otra columna anterior en este mismo medio, que por su mala ubicación y peligroso rescate, debió esperar hasta hace unos años cuando el obispado de Toledo pidió a la Sociedad de Ciencias Aranzadi ayuda para exhumar a los allí enterrados.

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