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Dando la lata

Secuelas permanentes

Las heridas dejadas por la Guerra Civil española y su presencia en la sociedad actual

¿Qué es lo peor que le puede pasar a un país? Pues una guerra civil. Las agresiones extranjeras, las catástrofes naturales y los accidentes masivos suelen tener la capacidad de unir a los miembros de una sociedad para luchar contra el agresor, abordar la amenaza o recomponerse tras el destrozo. Pero la guerra civil es el enfrentamiento intestino, el odio entre iguales, la división llevada hasta la muerte. Y eso es lo que le ocurrió a España. La enfermedad más grave que puede sufrir un cuerpo social, tanto que, de sobrevivir, deja unas secuelas importantes y permanentes, entre las que destaca la partición entre vencedores y vencidos, una fractura que nunca vuelve a soldarse debidamente. Todos los ejemplos de guerras civiles muestran estos daños que no se superan por completo, si bien un propósito mayoritario de conciliación tras el conflicto los matizan. Por ejemplo, siglo y medio después los Estados Unidos mantiene visibles las cicatrices de su enfrentamiento entre el Norte y el Sur. Aprendieron a vivir juntos, pero la herida ahí está.

Las luchas internas entre los rusos quedaron resueltas con el aplastamiento y exterminio del bando perdedor. En el inmenso reloj de arena de la historia, no han caído más de tres o cuatro granos desde que en abril de 1939 se disparó la última bala de nuestra Guerra Civil, a la que siguió un prolongado periodo "ajuste de cuentas" y privación de libertad que desembocó en el voluntarioso abrazo de reconciliación que constituyó el fundamento de la Transición.

Es muy poco tiempo. Y la sutura que intentaron los directamente implicados -y víctimas- de la tragedia ha tardado poco en abrirse de nuevo. Y así continuaremos generación tras generación. Porque "las dos españas" aún no están en disposición de convertirse por las buenas en una sola. De hecho, a día de hoy parece más probable que de dos pasemos a más españas incompatibles. Porque la unión cordial y solidaria bajo una misma bandera no se cultiva, no se enseña, no se intenta, no se trabaja.

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