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El VAR en el Congreso

El incidente entre Josep Borrell y Jordi Salvador, con moviolas y repeticiones a cámara superlenta

En vista del tinte intelectual que están tomando los discursos de sus señorías en Congreso y Senado, se me antoja harto necesario introducir esta innovación tecnológica, el VAR, como elemento de uso indispensable igual que taquígrafos, micros y cámaras. Y es que en los campos del honor, como en los del fútbol, cada vez es más habitual que amigos de la ventaja intenten hacer de las suyas vulnerando las normas de juego. Vamos lo que vendría a ser, en el campo del amor, la pelea de dos colegas a los que-yos molaba la misma moza y uno-y echaba unos polvos raros en el "cacharru" al otro para dejarlo fuera de combate en "El Cielo" o en "El Madison", por ejemplo.

La oratoria, que es hablar con elocuencia, se sustituye por hondonadas de descalificaciones escatológicas, palabras malsonantes y recuerdos varios a las madres, padres y árboles genealógicos del contrincante. Partidos de tenis interminables que, por escasos de contenido y valores, aburren a la concurrencia y que solo sacan del sopor a los valientes que los enfrentan cuando sus señorías, embutidos en disfraces de dudoso gusto se afanan por lanzar bolas de estiércol hacia la bancada opuesta. Y no penséis que me deslizo en estas líneas, recordad que hace unos días el ariete del PP Rafa Hernando acusó a la Ministra de Justicia, Dolores Delgado, de proponer una política mezcla de serrín y caca de la vaca. Y que decir del contubernio entre Rufián y el Ministro Borrell en el que los saques desde el fondo del hemiciclo se liftaban con calificaciones de "fascista" y los reveses a dos manos con el gemido agónico de "golpista". Así, después de un largo intercambio de bolas, la Presidenta del Congreso, investida como ocasional jueza de silla, determinó que el abuso de raqueta del Sr. Rufián implicaba sanción de "juego, set y partido" con lo que él y su equipo abandonaron la sala. Ojo, no olvidemos que también el "diestro" y díscolo Hernando abusó de su instrumento de juego y no fue apercibido en ningún momento. Será por el color de la diadema que cada uno llevaba en la cabeza.

Pero volvamos al torneo de maestros entre Josep y Gabriel. En pie, como un emperador romano, Borrell esperaba el paso del grupo de Esquerra, mirándolos uno a uno, desde su escaño de marfil, como esperando una nueva afrenta. Cuando había desfilado, más o menos, media delegación, encabezada por un Rufián pasado de aspavientos, el Ministro gritó "Eh, tú", señalando a Jordi Salvador, cual Cristóbal Colón revivido, por que según sus palabras éste le había salivado.

Los medios se hicieron rápidamente dueños de la secuencia, como miles de tiburones en festín sangriento cuando se encuentran un cachalote herido de muerte. Las imágenes, vistas hacia atrás y adelante, a cámara superlenta o tiempo real, cual moviola, no aclaran mucho, la verdad; aunque los seguidores de cada bancada, "hooligans" profesionales del aplauso fácil y voceo absurdo, ven lo que les interesa y pone "calentones". Unos, el "lapo" estrellándose sobre la chaqueta del Ministro, algunos más perspicaces, incluso brillando en la cara de Borrell; otros observan la prepotencia de Josep, en modo acusica, contra los que le vencieron en la oratoria.

Qué lejos, en el espacio y el tiempo, queda, ya para la Historia, la respuesta en el Senado de Camilo José Cela cuando un sacerdote, también senador, le increpó por estar dormido en su escaño, quizás entrenado para sus siestas de media tarde con "pijama, padrenuestro y orinal" como el escritor solía recordar. "No estoy dormido, estoy durmiendo, que no es lo mismo; como no lo es tampoco estar jodido que estar jodiendo", le espetó Don Camilo.

Y mientras la dialéctica de nuestros políticos es tan barriobejera que en nada se distingue de los "poligoneros" que van reventando los altavoces y tímpanos de viandantes, con sus "bugas tuneados" de impoluto fluorescente. De ahí que, además del bar que distribuye los pinchos, bocatas y cafés a sus señorías, sea de urgente instalación un VAR para evitar que haya caídas en el área, manos de dios, cual Maradonas de trapo y Ovnis de dudosa respetabilidad.

Bueno, ahora que lo pienso la versión doblada de esta columna bien podría ser "Lapos, japos, napos y escupitajos varios".

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