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Asturianos encantadores de serpientes

La historia de dos vecinos de Aller y Gozón que se encontraron en la India

El 26 de abril de 1970, mi amigo Albino Suárez, en las páginas del desaparecido diario "La Voz de Asturias", publicaba una entrevista con Pepín Orviz Valdés, natural de Tiraña y un trotamundos incansable. Enrolado en una compañía naviera noruega, aunque con tripulación española, recorrió medio mundo. Disfrutó de los carnavales de Brasil, de los que tenía un recuerdo imborrable. En su periplo por el mundo recaló en la India y allí se arriesgó a imitar a los encantadores de serpientes, espectáculo nacional. En una de sus exhibiciones de encantador fue mordido por la serpiente, aunque al parecer no tienen etiqueta de venenosas y la picadura no pasó a mayores.

Es conocida la capacidad de los asturianos para amoldarse a cualquier oficio o profesión aunque radiquen en los antípodas. Los ejemplos son innumerables en Europa y la América española. Ya resulta más difícil hacerlo en África o Extremo Oriente y nada menos que como encantadores de serpientes. Así lo confirma la siguiente historia...

Santiago Megido Castañón fue un allerano de El Pino, nacido a primeros del pasado siglo. Inició sus estudios religiosos en el seminario de Valdediós a principios de la década de los años 20. Eligió la línea de capellán castrense y alcanzó, con un historial brillante, el grado de teniente coronel. Enrolado en el buque-escuela "Juan Sebastián Elcano" dio la vuelta al mundo en seis ocasiones. Visitaba todos los veranos El Pino y en sus homilías de los domingos, dejaba huella de una oratoria excepcional. Los últimos años residió en Las Palmas y oficiaba misa, curiosamente, en la iglesia de la Virgen de El Pino de la capital canaria. Todos los días se pasaba por la Comandancia de Marín, allí lo visité en 1981 y me narró la extraordinaria historia con un antiguo alumno de Valdediós, natural de San Jorge de Heres (Gozón), que había abandonado la carrera eclesiástica en tiempos de seminarista.

Megido, en sus reiteradas vueltas al mundo, le había manifestado al capitán del barco su deseo, cuando visitaran la India, de conocer en directo el encantamiento de serpientes. Con ocasión de una escala en Bombay, el propio capitán se encargó de acercarle al encantador. Megido se integró en el círculo de espectadores que seguían la exhibición. El encantador hablaba en indú pero intercalaba con frecuencia la palabra "coño". Megido reflexionó para sí: "Este coño no sólo es español, me parece asturiano". Esperó al final de la exhibición y se dirigió al encantador y le pregunta ¿Usted no será español? Respuesta afirmativa y continúa Megido: ¿No será asturiano? El encantador se quedó a cuadros. A partir de aquí empezó el diálogo tradicional sobre la procedencia de Asturias, para mejor identificación primero se citan los municipios o sus capitales y finalmente el pueblo de nacimiento. El encantador le dice a Megido que es de San Jorge de Heres (Gozón) y Megido le responde: de ese pueblo estudió conmigo en Valdediós un chaval -aquí citó el nombre que no recuerdo- y viene la respuesta emocionada, "esi soy yo", y se fundan en un interminable abrazo.

Dos historias de encantadores de serpientes asturianos muy similares en su trayectoria: miembros de tripulación de buques, estancia en Brasil, traslado a la India y aquí finalizan dominando el encantamiento de ofidios mejor que los propios nativos y el final feliz del reencuentro -después de 40 años- entre dos exalumnos del seminario de Valdediós. Las vueltas que da la vida...

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