No es habitual que un político reúna juventud con experiencia política y, que a la vez, cuente con una formación académica que le haya permitido obtener un empleo con el que ganarse la vida. Tampoco es frecuente que a las citadas características el político en cuestión sume la sincera lealtad de quienes han sido sus más cercanos compañeros desde sus inicios.
María Teresa Mallada conjuga en si misma estas, hoy "raras", características. Si a todo ello unimos una alta capacidad de trabajo y valentía para plantear sus ideas sin complejos ante difíciles escenarios -cualidades de las que fui testigo durante mi etapa como edil- nos encontramos ante la persona idónea para optar desde las filas del Partido Popular a la presidencia del Gobierno del Principado de Asturias.
Pablo Casado ha apostado por una renovación -confío en que el mismo criterio impere en la elaboración del resto de la lista autonómica y de las distintas candidaturas municipales- y con ello ha generado una nueva ilusión que a muchos nos reconcilia con nuestra organización política. Este nuevo tiempo que se abre en el PP asturiano aparta del debate por su esterilidad toda crítica interna a tiempos ya pasados. Quien se regodea en el infortunio -por justo y merecido que pueda parecer- de otro se descalifica por sí solo, más aun cuando quien lo hace guardó interesado silencio mientras el desenlace era incierto.
Por delante quedan meses de trabajo que a buen seguro conducirán al necesario cambio político en Asturias, un cambio asentado en una forma de hacer política que, aunque pueda parecer nueva, Mallada lleva haciendo uso con éxito desde que fue concejal en el Ayuntamiento de Aller hasta asumir la responsabilidad de presidir Hunosa. Trabajo a pie de calle, diálogo con todos y compromiso con su tierra.
Ánimo, el cambio a Asturias viene desde la Cuenca.
