Sin terminar de digerir toda la parafernalia de las fiestas navideñas, sin leve tiempo para recuperarnos, ya nos están bombardeando con folixa, y más folixa. No seré yo el que diga que esto es malo, pero ¡coño! Entiendo que en alguna de las cosas se pasan un poco de frenada.
No dio tiempo a pasar el 7 de Enero, y ya se está publicitando el Antroxu, los carnavales, y las habituales jornadas gastronómicas de lo que pinte, que casi son a diario. Perfecto, pero lo que ya no me parece tanto es que ya se reservan salones para las Primeras Comuniones. Un tanto exagerado, pero así funciona el negocio. Así que si habitualmente no comprendo, y me repatea la venta de lotería de Navidad a últimos de mayo, aunque sea para los viajeros vacacionales, o el anuncio al día siguiente de que los neños comiencen sus vacaciones se reservan libros para el próximo curso, ganas tienen de fastidiar a lo guajes, o la reserva de mesas para nochevieja ya en octubre, pues esto lo complementa.
El mundo de los negocios nos condiciona y manipula, pero entiendo que igual podían ser un poco más prudentes, sobre todo tras épocas como la recientemente pasada, dejándonos tomar breve descanso, pues como se descuiden un poco, al igual que las estaciones que andan un poco locas, aparte de darnos el consabido respiro entre unas cosas y otras, nos dejarían margen para disfrutar cada cosa a su tiempo.
Seguramente será estupendo para muchos, como también no lo será tanto para otros -entre los que me incluyo- en el que el paso del tiempo resulta una constante cargada de excesiva rapidez. Y si además, no nos queda otra opción de asumirlo, habrá que sobrellevarlo con paciencia. Simple reflexión, sin ápice de crítica. Pero como ya pregona alguno; ya tan ahí San Pedro y La Flor de Lada. Dichoses prises.
