La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dando la lata

Soledad

La consecuencia de caminar en solitario

Creo que ya les dije que soy partidario de mantener la unidad de España, principalmente, por una cuestión de orden práctico. Cierto es que en solitario se puede estar muy a gusto, pero, qué duda cabe, en conjunto se es más fuerte. Reconozco que uno de mis pecados es el exceso de individualismo, pues siempre preferí caminar a mi aire a marchar al paso marcado. Es una opción personal con unas consecuencias negativas que hay que estar dispuesto a asumir, entre las que destaca la irrelevancia. No unirse a unos ni a otros, no ondear banderas, no acatar las disciplinas de terceros, no actuar como altavoz de pensamientos importados, te conduce a la soledad, a ser un grano de arena en el océano, a la impotencia ante el vigor de los movimientos grupales. La soledad, por cierto, cuando es por voluntad propia puede ser una delicia. Y cuando viene impuesta por las circunstancias no deja de ser una oportunidad para el descubrimiento personal. Porque, no lo duden, somos unos desconocidos para nosotros mismos. Pero es que, además, cada vez que observo desde mi rincón esas coloristas manifestaciones multitudinarias, por esto, por aquello, a favor de uno y en contra de otro, me pregunto cuántos de los participantes, además de gritar consignas y agitar banderolas, hacen lo que dicen. El amor a España se demuestra cumpliendo las obligaciones, ayudando a los compatriotas, manteniendo la producción aquí en vez de llevarla a China, pagando lo que es justo por el trabajo, cuidando el país y a los que viven en él. La pulserita, la bandera y el "Que viva España" es la parte cosmética y sencilla. Y lo mismo es aplicable a los partidarios de la secesión, que son libres de lucir lazos y extender pancartas gracias a una legalidad "invasora" que les ampara y a la que deberían ajustarse para impulsar su propósito, que considero erróneo aunque respetable. Y a todos, azules y rojos, unionistas y separatistas, les preguntaría: de ostentar el poder absoluto, ¿cuántos de ustedes consentirían colores y lemas discrepantes?

Compartir el artículo

stats