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Ventana indiscreta

La sofística en política

Reflexiones sobre la responsabilidad

La sofística y a su vez el sofista no siempre significaron lo mismo. Su evolución va desde ser la enseñanza de la sabiduría hasta , según Platón, en hacer aparecer el discurso o las imágenes aparentes como reales. Así, continúa el filósofo griego, "el sofista defendería la verdad de la simulación, arguyendo trampas dialécticas y pretendiendo con ello enseñar la virtud cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho".

Actualmente, la sofística está presente en diversos campos, desde la empresa hasta la política. Su mejor visualización se contempla desde la publicidad, que la utiliza para promover mediante atractivas y sugerentes imágenes el consumo de productos y creación de hábitos, solo porque la moda así lo impone. Sin embargo, donde adquiere su punto de manipulación es en el campo de la política o, si se quiere, de cierta política, cuando se trata de explotar sentimientos y emociones, en contra del pensamiento racional y reflexivo. Cosa que estamos a punto de comprobar ante las elecciones que se avecinan.

Este recurso a la manipulación, mediante falacias argumentativas, no es patrimonio de un sector ideológico, está afincado a diestra y siniestra y lleva en el razonamiento, que se supone se hace, el ánimo de descalificar al oponente, sea un colectivo o un individuo, convirtiéndolo momentáneamente en "hombre de paja" para, tergiversando su reivindicación o sus argumentos, ponerlo en un compromiso que no suele tener fines plausibles.

Un recurso muy socorrido y que se aduce como argumento de seriedad, es el de "responsabilidad". No cabe duda de que tal nombre impone y toca directamente las emociones más primitivas de la persona, ya que nadie desea pasar por "irresponsable".

El mundo del trabajo, en su amplio abanico, suele ser la diana sofística de la acusación de "irresponsabilidad" cuando reivindica mejoras salariales, de horario, de instrumental... por quienes están en el lado opuesto, es decir los empresarios o personas que por su cometido tienen que llevar las negociaciones. Se olvida, como principio, que cuando en el plano laboral surgen conflictos hay razones y responsabilidad, al menos a priori, por parte de quienes los plantean. Para cuestionar esa responsabilidad, habrá tiempo. Es algo que se tendrá que ver a posteriori, no que se vea o se piense ver en la misma convocatoria y se argumente como falacia. Porque solo el hecho de "dudar" de la responsabilidad del colectivo abre un camino de acusación implícita de irresponsabilidad hacia los trabajadores. Y eso, es serio.

Esa responsabilidad, que se suele pedir cuando se trata de afrontar incómodas negociaciones, no es patrimonio de colectivos concretos, es extensible a cualquier situación laboral y/o ciudadana. Algunos ejemplos sobre el particular serían, entre otros, ¿es responsable cortar carreteras en una protesta, estando en ella personas con representación institucional? ¿Es responsable una huelga de enseñanza, de sanidad, de policías? Nótese, que no estoy juzgando, sino haciendo ver la falacia argumentativa de pedir "responsabilidad", cuando son los otros quienes ponen en tela de juicio actuaciones o gestiones que no parecen muy justas, en el trabajo que desempeñan. Sin embargo, el pecho se llena de aire cuando se piensa que la verdad está de "mi lado". Y se dice "la verdad es verdad, aunque duela. Vale...

Permítaseme finalizar con un hecho que se contextualiza en este escrito. Se trata de aquella huelga de la enseñanza en el año 1988, que cuando alcanzó el 98% de paro, el entonces ministro del PSOE, Maravall, nos tildó de irresponsables por el abandono de las aulas, una actuación que muestra la utilización falaz de un argumento sofístico con el ánimo de descalificación y así poner a las familias en contra. La huelga se enconó y el ministro, tuvo que dimitir. No demos lecciones de virtud, de responsabilidad. Un poquito de humildad. Mayo, lo agradecerá.

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