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A mi aire

Encuestas

Los estudios demoscópicos previos a las elecciones

Aunque queda todavía tiempo para el aluvión de citas electorales que se nos viene encima, resulta raro el día que no nos desayunamos con un par de encuestas que pretenden extrapolar ya los datos de cómo puede ser el resultado final.

Lo cierto es que resulta un tanto atrevido, pues salvo en alguna formaciones que tan solo se sabe quien irá de número uno, se ignora la mayoría de componentes que lo van a arropar, factor importante para poder hilar fino en los pronósticos.

El voto cautivo siempre resultó decisivo en nuestro país, pero en la actualidad los ciudadanos van soltando el lastre de las batallitas de los abuelos o, quizá, pasando del rojo o el azul, al gris.

Aunque da la impresión que nos quieren hacer volver a las dos Españas machadianas, sacando a pasear muertos o agitando historias ya olvidadas.

Las encuestas suelen favorecer a quien las encarga y paga. Y pueden servir en un momento dado para enganchar a votantes desencantados con los suyos, que ante el peligro de que triunfen "los otros" vuelvan al redil.

E incluso existe la que sin ningún pudor se apropia de la famosa frase de Bertrand Du Gueslin, que decía: "No quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor". Sobran explicaciones.

Así que salvo los que están inmersos dándose codazos para seguir o llegar a las diversas listas en posiciones de premio, se observa poco interés entre la ciudadanía por todas estas luchas de partidos e individuos.

Las preocupaciones van por la falta de soluciones a los problemas enquistados, que gobierne Pedro o Pablo resulta indiferente, pues al final poco o nada va a cambiar, y a las pruebas se remite el ciudadano, porque con el desempleo, la corrupción, los enchufes y el amiguismo no hay modo de solucionar lo uno, y desterrar lo otro. Queda ya menos para descifrar el sudoku.

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