En el año 2012, Suiza, un país muy acostumbrado a votar, decidió en referéndum modificar la Constitución -la tercera más antigua aún en vigencia- y con un 72,7 por ciento de los votos acordó mejorar la educación musical y declararla un derecho básico. Escuchamos música desde la cuna, las personas cantamos y bailamos juntas y, sin duda, es uno de los placeres de la vida y una herramienta cultural poderosa. Sin embargo, el lenguaje de la música y su enseñanza nunca han sido imprescindibles para nuestros gobernantes. No obstante, en los años ochenta del pasado siglo, con la llegada de la democracia, la creación de conservatorios, escuelas de música y auditorios supuso un paso decisivo para mejorar la formación y fomentar la creación de públicos.

Hace unos meses coincidí en una comida con un grupo de profesores vinculados a la enseñanza musical en Asturias, de la Universidad y de conservatorios. Hablaban de la todavía deficiente educación musical en nuestro país, de la dificultad de atraer al público joven a los conciertos y a los programas líricos, del descenso del número de alumnos de fuera en el Conservatorio Superior de Asturias, del hecho de que los mejores profesores de instrumentos no pudieran acceder a las plazas de cátedras, de que la nuestra sea la única autonomía española en la que es imposible compatibilizar la docencia con una carrera artística, y de otros temas de interés. Todos coincidían en que el mejor conservatorio de Asturias era el del Valle del Nalòn. La clave, dijeron, está en la entrega y la pasión que pone el profesorado y que es capaz de transmitir a los alumnos.

Meses después, leo y veo que ese centro educativo y cultural, fundamental en una comarca tan deprimida por la crisis, corre peligro. Gestionado por la Mancomunidad del Valle del Nalón -integrada por los ayuntamientos de Langreo, Laviana, San Martín del Rey Aurelio, Caso y Sobrescobio-, con el apoyo de la Consejería de Educación y Cultura, al parecer los responsables políticos consideran que ya no les compete su gestión y quieren que sea la Consejería la que se responsabilice. Como esta se opone, el pleno de la Comunidad decidió el pasado 20 de junio, con el apoyo del PSOE, IU, Podemos y Ciudadanos, llevar el asunto a los tribunales para que la Justicia decida quien debe asumir la gestión.

Treinta y seis años de historia, más de siete mil alumnos -muchos de ellos dedicados a la profesión musical y otros con formación-, y el alumbramiento de un grupo de referencia internacional como "Forma Antiqva", a lo que deben añadirse los beneficios de la instrucción musical en el alumnado -los estudiantes de música suelen tener éxito en el resto de las materias- y el papel del centro como dinamizador cultural, son aspectos que parecen importar poco a nuestros políticos a la hora de tomar decisiones drásticas.

En la trastienda se dicen muchas cosas, algunas muy desagradables, condenables sin ninguna duda, que tratan de dañar reputaciones de personas de valía con argumentos falsos e interesados. La única verdad es que un grupo de políticos de una zona asturiana que necesita más que nunca proyectos como éste, no quiere este conservatorio y su frivolidad puede dañar el presente de 209 alumnos y 23 profesores y el futuro de todos aquellos que aspiren a una educación musical en igualdad de condiciones.

Lo bueno es que la sociedad civil todavía está viva y la "Plataforma Ciudadana de apoyo al Conservatorio. Stop Juicio", en la que se han implicado gentes de toda Asturias, lucha cada día para que el problema no llegue a juicio y los responsables de tal desatino recobren el juicio y buen hacer.

La Junta General del Principado debatirá una moción el viernes, a propuesta del PP, para que se inicie una negociación a la que la Consejería no se opone- y se evite el juicio. Los partidos deberán pronunciarse.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿Saben realmente los alcaldes y concejales de esos municipios lo que significa el Conservatorio del Valle del Nalón? Hasta ahora sólo les hemos oído hablar de dinero. Por cierto, el Conservatorio que lleva años abandonado en su mantenimiento, cuesta 804.000 euros anuales, de los que el Principado aporta casi 174.000 y las familias de los alumnos 139.000 en cuotas y matrículas. ¿Se han detenido a evaluar los beneficios que estos 36 años de educación musical han tenido para la vida y la industria cultural de la comarca y de Asturias?