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Francisco Palacios

Pasado imperfecto

Francisco Palacios

Los orígenes de la Extensión Universitaria

El papel educativo y cultural del Centro Obrero de Instrucción y Recreo de La Felguera, creado en 1899

En la segunda mitad del siglo XIX se produce en Langreo un acelerado proceso de modernización impulsado por la mesocracia ilustrada y el sector empresarial más dinámico. La electricidad, el telégrafo, el teléfono y el cine son algunos ejemplos de aquellos avances decimonónicos. El municipio también experimenta un considerable progreso en otros varios aspectos: se abren nuevas calles, plazas, jardines.

Se inauguran centros docentes, casinos, ateneos, teatros. Surgen las primeras organizaciones políticas y societarias (republicanas, socialistas, anarquistas). Y empresas langreanas exponen sus productos y son galardonadas en las grandes Exposiciones Universales, compitiendo así con las naciones industriales más avanzadas del mundo.

Asimismo, a partir del llamado desastre del noventa y ocho, la burguesía industrial patrocina un amplio movimiento regeneracionista contra lo que considera "funesto y avasallador caciquismo", asumiendo los valores de la libertad, el progreso y la cultura.

En ese contexto nace, en 1899, el Centro Obrero de Instrucción y Recreo de La Felguera, patrocinado por influyentes empresarios: Matías F. Bayo, Conde de Sizzo, Antonio Velázquez y Andrés Rodríguez. El centro se propone "robustecer la unión de los honrados obreros e imbuirles la idea de regeneración social por medio de la cultura".

Para llevar a cabo tales objetivos, y durante algún tiempo, mantiene una intensa y productiva relación con personalidades de la Extensión Universitaria, creada poco antes y que ha cumplido, meses atrás, 120 años. Una novedosa experiencia académica de la que fue pionera en España la Universidad de Oviedo.

Según sus promotores, se trataba de que la Universidad "saliera de su casa" y extendiera sus conocimientos a la clase obrera en forma de conferencias, cursillos, viajes, excursiones. A tal fin, catedráticos del prestigio de Rafael Altamira, Leopoldo Alas, Clarín, Adolfo G. Posada, Adolfo A. Buylla o Aniceto Sela, y famosos políticos, como Melquíades Álvarez y Alejandro Lerroux, disertaron en el centro cultural felguerino, del que se destacaba su carácter interclasista: "Había ricos y pobres, patronos y obreros, unidos todos en íntimo consorcio por la misma idea de regeneración social". El propósito de los universitarios era la tutela educativa de los trabajadores en una época en la que más de la mitad de los españoles carecían de la instrucción más elemental.

Asimismo, en la primavera de ese mismo año de 1899 se publica el primer número del semanario "El Valle de Langreo", subvencionado también por importantes empresas felguerinas. Con idéntico espíritu regenerador, en sus páginas escriben destacados representantes de la Extensión Universitaria. Sus colaboraciones versan especialmente sobre temas de prevención médica y sus correspondientes reglas higiénicas contra ciertos hábitos nocivos para la salud, como el tabaquismo y el alcoholismo. Y abundan los artículos moralizantes contra "los vicios y las malas costumbres".

De cualquier modo, cuando los trabajadores empiezan a participar activamente en la vida pública, las relaciones entre clases sufren cambios profundos: son ya inevitables los conflictos entre el capital y el trabajo, como se decía entonces.

Desde ese momento, la influencia formativa e ideológica de los universitarios va siendo reemplazada de forma progresiva por la penetrante actividad de las casas del pueblo, los ateneos y otros centros culturales, ahora promovidos por las asociaciones obreras. Estas asociaciones utilizaron también la cultura como una fuerza emancipadora, pero dentro del conflicto de clases. Como una hipotética arma de lucha.

En resumen, el papel educativo de la Extensión Universitaria mereció una muy positiva valoración de buena parte de los que asistieron a las conferencias de los catedráticos de la Universidad Oviedo. A veces, ese reconocimiento alcanzaba grados de verdadera devoción: "¡Con que religiosidad escuchábamos a tan sabios conferenciantes!" .

Sin embargo, no fue posible lograr la utópica armonía social que pregonaban los catedráticos de la Extensión Universitaria hace casi siglo y cuarto: el intento de apaciguar y neutralizar los conflictos de clase fue arrollado por la potencia de un movimiento obrero en auge.

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