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Obituario

Luis Argüelles, el hombre apacible

El fallecimiento del lavianés, de la saga de las pastelerías Gersán de la Pola

La vida nos da vuelcos insospechados y nos hace ver que la muerte es nuestra aliada y consejera. En ese momento ideal y cuando las circunstancias le sonreían tras años de labor profesional en el Banco Herrero llega a tradición la Parca insumisa y le da un golpe letal. Me refiero a una persona querida y amiga, que coincidimos en miles de momentos por los andurriales de esta existencia incomprendida. Luis Argüelles Martínez, de la saga de las pastelerías Gersán de Pola de Laviana, finalizó sus días en un tiempo raudo y en una juventud madura que tan bien llevaba.

Un hombre amigo de todos, avanzado en ideas y en actos, complejo en sus disertaciones, pero sosegado, cauto y diáfano en sus consejos. Le gustaba la conversación, la música, el deporte y la vida en sí misma. Y en muchas ocasiones la vivía en su soledad sonora, con su espíritu y orgullo de hombre feliz y animado. Luis Argüelles Martínez, Luigi para sus próximos, era un vendaval de sentimiento y un tipo con una elegancia íntima y distinta al modo galés, a ese aventurero de sensaciones que hacía las delicias a los amigos y a los conocidos. Un lavianés ejerciente y sensato que vivió con la intensidad de los sabios y la paciencia de los ilustrados. En muchos viajes a Portugal, país que le atraía, Luis se sentía un doméstico más y disfrutaba con la esencia lusa, con sus gentes y con esos fados de lamento y militancia. Son recuerdos imborrables que conforman vida y existencia. Y esas remembranzas son la realidad ante ese trance mortuorio incomprensible y cargante que uno no entiende pero que forma parte indisoluble de nuestro acontecer vital.

Luis, son tantos recuerdos los gastados en vida que se haría prolijo enumerarlos en este comentario luctuoso que se me hace imposible saber que va dedicado a ti. A ese hombre singular, provicero, encantador, hechicero, impar y gran amigo. Un ejemplo de la sencillez bien aceptada y cargado de galanura y entendimiento que se fue a esos Campos Elíseos de paz y gloria un día primaveral, ese tiempo de explosión natural y pleno de luz y gozo. Luis no pudo vencer a una enfermedad que llegó sigilosa y lo arrebató con premura y tormento. Tú que siempre con ese esfuerzo natural superabas infinidad de pruebas, tanto profesionales como deportivas, como ejemplo aquellos campeonatos locales y regionales de natación que siempre superabas. Constan Álvarez te recordaba en los tiempos felices de La Chalana cuando entrabas en el río al mediodía y seguías impertérrito hasta entrada la tarde con tu estilo natatorio impecable o cuando sisabas unas pesetas a tu tía Pacita en la confitería para repartirlas con los amigos adolescentes...

Te visité en el Hospital de Cabueñes y me reconociste de primeras mientras tu primo Manolín te daba la cena en un alarde de amor, entrega y solidaridad. Te observé con mucha impotencia y el presagio era aterrador. Me fui enganchado a una tristeza descontrolada y me refugié en mis sentimientos aturdidos por tanto desaliento y verdad. Hoy, Falo Faes, Manuel Amalio, Javier Willy, Fernando, Paco, Constan, Víctor Concheso, Víctor Fernández Cuesta y tantos otros, te lloran con desconsuelo y saben que fuiste un gran tipo. Distinto, genial y amigo de tus amigos.

"En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino que en el corazón ardía." Mil abrazos.

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