La aparición de especies invasoras, bien sean vegetales o animales, no es un asunto menor. Se trata de una muestra más de las transformaciones que experimenta la naturaleza ante la invasión humana. Que nadie se llame a engaño, es su defensa ante tanta agresión del hombre con la expansión de sus humos, su contaminación, las basuras, los plásticos... La temperatura sube y por aquí aparecen especies que nunca habíamos visto; otras se acaban por el efecto contrario de la misma causa. Corremos el serio riesgo de perder las playas por la crecida del mar a consecuencia de los deshielos. Nos atacan plagas de orugas, avispas, piojos... cada vez más frecuentes y desconocidas. Y hasta los niños alertan a los mayores del peligro de la destrucción humana. La madre naturaleza se transforma para adaptarse a nuestras agresiones. Ella, como siempre, perdurará, aunque sea a costa de nuestra desaparición.
