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Batas blancas en las escuelas

Apoyo a la presencia de profesional sanitario en los centros educativos

Hace escasas fechas aparecía una propuesta del Magisterio (con el respaldo de la Comunidad Escolar en su conjunto) donde se planteaba la necesidad de contar en los Centros Educativos con Enfermería para poder atender las necesidades del alumnado que requieran algún tipo de atención sanitaria.

Personalmente estoy muy de acuerdo con esa reivindicación y, tanto es así, que creo que debiera ser una prioridad para las distintas administraciones implicadas en la gestión del Sistema educativo.

Bien es cierto que tal vez no resulte económicamente viable, ni realista, mantener un puesto de socorro permanente en cada colegio pero sí es verdad que un profesional sanitario podría perfectamente ocuparse de las escuelas de un área concreta y no le faltaría carga de trabajo entre los pequeños accidentes habituales de caídas, torceduras, algún que otro descalabro y, por supuesto, la administración de medicamentos en casos de niños con patologías crónicas o agudas que requieran ese tipo de remedios.

Además, los profesionales de la Enfermería están perfectamente cualificados para liderar iniciativas relacionadas con la Educación para la Salud en materia de promoción de hábitos saludables, colaboración en la vigilancia epidemiológica, control de la cartilla de vacunación de los escolares, desarrollando talleres para la prevención de las ETS, haciendo pedagogía relativa a la correcta higiene y cuidado de la salud bucodental, en aspectos posturales, gestión del botiquín, etc...

Con toda la prudencia que requiere este tipo de cuestiones sería muy interesante que las administraciones encargaran un estudio detallado sobre cómo incorporar a otros profesionales al organigrama de recursos humanos del Sistema Educativo.

Concretamente, me refiero a que fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales podrían desempeñar un rol muy importante en cuanto a generar una Cultura de la actividad, una conciencia relativa a la higiene postural ( ¿cuántas veces nos espantamos al observar a los niños escribir medio tumbados, ladeados y en posturas casi acrobáticas? ). Pero no solo eso, también sería necesario analizar si realmente los puestos escolares (mobiliario, disposición de las aulas respecto a las fuentes de iluminación, otros recursos como pizarras, etc...) reúnen los requisitos ergonómicos necesarios. Incluso recaería en estos profesionales la recomendación y prescripción más conveniente acerca de cómo organizar la pesada carga de material que diariamente el alumnado de Primaria y Secundaria tiene que transportar.

Y por añadidura podrían proponer reformas para la eliminación de las barreras arquitectónicas que aún presentan no pocos colegios de nuestra región ( entre ellos el colegio público al que acude mi hijo).

Finalmente, aunque no menos importante, considero imprescindible reivindicar la existencia de trabajadores sociales vinculados directamente a las escuelas. El Trabajo Social es la disciplina sobre la que pivota el impulso de determinadas iniciativas comunitarias poniendo en relación al Colegio con la sociedad en la cual se inserta. Pueden evaluar los riesgos de acoso desde una perspectiva psicosocial, detectar muchas de las situaciones sociofamiliares que desembocan en maltrato, en vulnerabilidades de muchos tipos (desde situaciones de malnutrición por pobreza a cualesquiera otras que comprometan el bienestar del menor y/o de la familia) y por añadidura será la figura que sirva de enlace ante determinadas situaciones entre el Sistema Educativo, el Servicio de Salud y los Servicios Sociales.

Hace algunas décadas su papel en el Sistema Sanitario, por ejemplo, no era tan reconocido. Actualmente su labor es indispensable en los ambulatorios, hospitales, centros residenciales, etc...Y también en infinidad de instituciones (desde las penitenciarias a las de atención a la discapacidad). ¿Por qué no puede suceder igual con las escuelas e institutos de aquí a no tanto tiempo?

Esto que puede parecer utópico y quimérico no lo parecerá tanto si analizamos la evolución desde los años setenta hasta nuestros días ya que por entonces no era imaginable que el psicólogo y el logopeda fueran titulados imprescindibles en la tarea educativa. Hoy es innegable que lo son, como poco a poco se acepta que también los titulados en Educación Social aportan, por su perfil profesional, un enfoque indispensable en los centros educativos -que trasciende el de la enseñanza académica en que se centra el Magisterio- abordando dinámicas desde la "educación no formal" y asesorando y acompañando a alumnos, familias y profesorado en los procesos que se suceden en el día a día de la institución escolar así como generando espacios de diálogo, multiculturales, en materia de género, educación sexual y emocional, de resolución de conflictos, prevención de micromachismos y otros comportamientos perniciosos en materia de género, etc...

Para finalizar, quiero manifestar como padre que confío plenamente en la capacidad y profesionalidad de nuestros docentes pero que, ni ellos ni las familias del alumnado, tenemos por qué asumir que una maestra o maestro deba hacer de enfermera, de trabajadora social ni de ninguna otra profesión pues ya la suya es suficientemente digna, laboriosa y sacrificada como para llenar su jornada sin tener que asumir responsabilidades añadidas.

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