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Mi historia, la de los músicos de la Cuenca

Tener el poder en democracia no es aval para poner en peligro la educación y la cultura de tu pueblo

La ideología, los valores, se convierten en palabras vacías, huecas, cuando los actos que las acompañan son contrarios a ellos y definen claramente la intención que esconden.

Ponen en peligro mi trabajo (y el de mis compañeras y compañeros) quienes no saben lo que supone presentarse y conseguir sacar unas oposiciones; ni entienden, ni jamás van a comprender el esfuerzo diario que es estudiar una carrera musical, porque para eso tendrían que ponerse en nuestra piel y eso sólo está al alcance de personas con sensibilidad y empatía.

No todo en la Cuenca es mina, pero la mina ha dejado su propia marca en las mujeres y hombres de la comarca. Su dureza y las condiciones extremas en las que nuestras abuelas y abuelos vivieron nos ha dejado una huella profunda: somos herederos de su orgullo, de su lucha, de su cultura del trabajo y de su fortaleza; todo esto es lo que nos hace ser diferentes: "la marca de la Cuenca".

Yo, heredera directa de toda una raza de luchadores, siempre he sentido su fuerza para vivir por mi pasión: la música; para enfrentarme a una profesión difícil, muy difícil e incomprendida y más cuando sólo estudiar una carrera universitaria te otorgaba el aval social de tener un futuro de provecho. La práctica del instrumento es un trabajo solitario y complicado que exige concentración y toneladas de fuerza de voluntad para afrontar sus infinitas horas de estudio.

No siempre existió un Conservatorio en la comarca del Nalón; estudiar música era para privilegiados.

Cuando yo empecé a estudiar música con ocho años era raro, aunque hay que recordar que en Sotrondio éramos casi legión en aquellos años 80 quienes gracias a "Tilita" o a la temida "Sor Rosa" nos acercábamos a la música. En mi caso por vocación, en otros casos porque las familias, en aquellos duros años, deseaban que sus hijas e hijos tuvieran una formación que ellos nunca pudieron llegar a soñar.

Era la época de transformarlo todo y en eso se afanaban nuestros padres y madres mientras nosotros simplemente nos convertíamos en la primera generación de privilegiados que "sólo" teníamos que estudiar.

Fueron aquellos años en los que la sociedad civil, de la mano de políticos sensibles, consigue algo que recuerdo como un hito y con infinita alegría: poder estudiar música en un centro público cerca de casa.

En los 80 los estudios musicales se realizaban en clases particulares para luego en junio acudir a examinarnos al Conservatorio de Oviedo como "alumnos libres".

No puedo haceros sentir cómo era aquella aterradora experiencia, una niña de apenas ocho años que accede a una sala abarrotada y tiene que dar una lección de lenguaje musical, o tocar el instrumento, delante de todo el mundo (pues los exámenes eran públicos).

Los "alumnos oficiales" no éramos los de la comarca del Nalón, ese privilegio era sólo para el alumnado de Oviedo, no había plazas para nosotros. Era prácticamente imposible conseguir cursar estudios oficiales en Oviedo.

Cuando la Escuela de Música de Sama de Langreo arranca en 1983 mis padres no lo dudaron y me apuntaron. Allí cursé dos años, puesto que en aquel momento sólo se daba Grado Elemental. Fueron dos años en los que disfruté de ir a un Centro "al lado de casa" con mis amigos y mis amigas, recuerdo aquellos viajes en autobús de Sotrondio a Sama, los primeros sin tu madre ni tu padre... eran una aventura.

Pero yo, como apuntaba maneras y me entusiasmaba la música, conseguí ser una de esas "privilegiadas" que consigue entrar en el Conservatorio de Oviedo. Eso sí, gracias a Isabel Maojo, directora de la Escuela de Música en aquella época, que luchó para que el alumnado que ya no podía continuar sus estudios en Sama pudiera hacerlo en Oviedo; ella me consiguió una plaza.

Comencé mis estudios oficiales en Oviedo y comenzaron los viajes, esos ya no eran agradables, pero gracias a un padre abnegado que llegaba de trabajar de Oviedo, "cargaba" el coche? "¡y ala! pa Oviedo otra vez"; de aquella nos organizábamos para ir juntos unos cuantos, de esa manera se hacían más llevaderos y más cortos los viajes que en El Carbonero por Tudela Veguín? estos otros viajes vamos dejarlos en el imaginario colectivo...

Esto significaba estudiar en Oviedo: sacrificio de toda la familia, horas de viaje infinitas, ir a un Centro en el que apenas conocías a nadie y en el que todo el mundo me decía "¿por qué hablas así?"; el "amestao" de la Cuenca resonaba en aquellas aulas y yo siempre contestaba orgullosa: "¡ye que soy de la Cuenca!".

Mientras continuaba en Oviedo mis estudios Profesionales y Superiores, la Escuela de Música de Sama crecía en titulaciones y en alumnado, convirtiéndose en Conservatorio, consiguiendo poco a poco, y a base del esfuerzo de mucha gente, ser el referente cultural de la Comarca del Nalón que ahora sin duda es.

Un referente cultural único para nuestra desgracia, porque a medida que se cerraban pozos y las prejubilaciones los sustituían, en esta comarca la cultura musical comenzó a desaparecer.

No existe ninguna programación cultural en el Valle en el que la música sea referente, más allá del esfuerzo personal de quienes siguen creyendo en ella y, eso sí, del Conservatorio que viste de música todo el Valle.

Este desierto cultural sólo tiene su oasis en un centro que ofrece a la comarca no sólo formación sino música; toneladas de música cada curso, acompañadas de esfuerzo, envueltas en la ilusión de acercar a cada rincón del Valle nuestro talento, que es mucho.

Y así cada trimestre nos liamos la manta a la cabeza y desde Campo de Caso hasta Riaño llevamos todo nuestro trabajo y alegría de la mano de la música y de nuestro mayor tesoro: nuestro alumnado.

Porque sabemos que en nuestro arte está el futuro de nuestra comarca, porque nosotros sí creemos en ella, en su presente y su futuro.

Ha sido tan difícil llegar hasta aquí, han sido tan duros todos y cada uno de los momentos en los que al Conservatorio siempre se le ha estado mirando de reojo por quienes lo debían proteger, siempre mirado con esa desconfianza con la que se mira al que "no es de los nuestros", siempre buscando la forma de negarle el apoyo, de ningunearlo, de ponerle palos en las ruedas, de ahogarlo hasta la extenuación?

Hemos sido forjados a fuego lento porque siempre hemos tenido que sortear muchísimas dificultades. Ahora, en esta situación extrema a la que nos abocáis, os decimos que no vamos a consentir que neguéis este centro, ni su profesorado, a nuestra comarca ; no la vais a dejar sumida en la oscuridad cultural. No vamos a consentir que la dinamitéis y silenciéis para siempre.

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