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Dando la lata

Sobres vacíos

La poca confianza que generan los políticos

Mi primo dice que detesta a la mitad de la humanidad; y que a la otra mitad aún no la conoce. Un pelín exagerado, pero esto de que no te guste nadie también me ocurre a mí en lo político. Aparecen nuevas opciones, se amplía el abanico de candidaturas pero, por más que observo, no hallo nada que me convenza. Y como me niego a eso del "voto útil" que obliga a presentarse en el colegio electoral con las papeletas en una mano y utilizando la otra para taparse la nariz, continúo sintiéndome huérfano de representación.

Que no es uno sea tan escogido y tiquismiquis; es que el nivel es paupérrimo. De hecho, veo en las listas un buen número de candidatos a parlamentarios que no saben hablar en público, que balbucean, que llenan su oratoria de eeee, aaaa, estooo, yyyy, mmmm? No es que se requiera ser como Churchill, pero qué menos que ser capaces de expresarse de un modo mínimamente coherente. Y eso, por desgracia, es la excepción. Y unos parlamentos llenos de individuos que no saben parlar, mal café.

Ya que convertimos la actividad política en una profesión, qué menos que exigir a los ejercientes la preparación para hacer su trabajo, comenzando por saber hablar. Pues los hay, y muchos, que más les vale no tener que subir a la tribuna de oradores. No es demasiado pedir, ¿verdad?

Y es que se ha conseguido espantar a la gente mejor formada y más capacitada. Y los pocos que se dejaron convencer para dar empaque a una lista, tardaron bien poco en darse cuenta del barrizal en que se metieron. Y se quitaron de en medio rápidamente.

Es una pena y, supongo, una de las causas principales del desapego de buena parte de la sociedad hacia sus políticos. No encuentro a nadie interesante, prometedor, ilusionante, con un cierto poso de sensatez y apertura de miras, consciente del peso y el honor que supone ser aspirante a conductor de la nave.

Me veo, una vez más, con los sobres vacíos.

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