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Desde la Meseta

Cuentos infantiles

La revisión de los relatos que marcaron la niñez

Yo diría mejor que todo esto me huele a cuentos chinos. Y recuerdo los de la infancia. Va por temporadas. Así ahora se critica con dureza aquel trato que le daba la madrastra a Blancanieves y se afirma que los geniales enanitos son una panda de vagos que no dan golpe en la casa.

De aquella, tiempos ha, no lo veíamos así, quizá porque nuestra imaginación era más limpia y nada retorcida. En tanto que ahora, siendo ya mayores, leemos aquellos cuentos de forma diferente.

¡Y es que somos la madre que nos parió! Qué digo, nuestra madre, cuando leía aquellos relatos infantiles se ponía a nuestra altura y jamás tuvo que explicarnos lo que ahora algunos sabiondos tergiversan referidos a las citadas narraciones, porque eran un simple cuento y no una dura y cruda realidad como quieren pintarnos.

Sobre Caperucita, ahora afirman que la niña era una chica rebelde y desobediente, ya que su madre le dijo que no fuese por el bosque, sino por la autovía, y que debía haber cogido el tranvía, cosa que en aquellos días no debía de existir. Y que fue una crueldad contarnos cómo un buen cazador abría el vientre del lobo para sacar a la abuelita, por considerarlo una animalada.

¿Sigo? No, verdad, porque usted ya conoce hoy las dos versiones de aquellos referidos cuentos que entonces tildábamos de infantiles.

A mí me siguen gustando los cuentos como tales, sin historias retorcidas y que acaben bien, por ejemplo, "que fueron felices y comieron perdices".

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