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Don Julián Burgos, el escritor y el amigo

El fallecimiento del autor y defensor del asturiano, un gran vecino de Mieres

Soy consciente de que me espera un duro desafío, pero confío en que mi admiración por el recientemente desaparecido Julián Burgos me haga llegar al mismo puerto donde arriban el resto de las sentidas condolencias manifestadas estos días por cientos de paisanos suyos. Debo confesar que conocí a nuestro personaje hace tan solo tres años durante la presentación de mi libro "Historia de Mieres", en la biblioteca pública, que es donde se conoce a esa generación de papel y pluma que las redes sociales les pilló un poco a contrapié. Venía con la fuerza del que atesora la experiencia de los años pasados, recordándome aquello de que la veteranía es un grado. Se sentó a mi lado en el que fue seguramente mi primer gran acto público para pedirme que le firmara un ejemplar de mi libro, convirtiéndome seguramente en la persona más feliz de aquella sala. Para colmo, no solo abarrotaría mi ego de cariño, si no que además, me invitaría a conocer su biblioteca personal, que si se me permite la expresión, quizás tenga más de alejandrina que de mierense, por aquello que ustedes seguramente saben ya, porque está considerada como uno de los grandes centros del saber asturiano y que por mi timidez empedernida no encontré hueco en mi agenda durante todo un trienio. A propósito de esto último, debo de aprovechar este espacio para agradecer a sus hijas Belén y Alma que mantengan en pie su ofrecimiento, hecho que me sorprendió gratamente el pasado sábado cuando reaccionaba ante la noticia de su fallecimiento en mi red social personal en una publicación donde narraba más o menos lo que acabo de relatarles en líneas anteriores.

Vivencias personales aparte, Julián Burgos tiene el honor de no solo haber escrito historia; si no también el de haberla hecho con ese popular negocio familiar como fue la "Relojería Burgos". Nacido en el seno de una familia vallisoletana, vería la luz por primera vez en la calle Ramón y Cajal, frente al Consistorio Municipal Mierense un 1 de Abril de 1926. En cuanto a su vida estudiantil, recibiría sus primeros laureles académicos en el colegio que lleva por nombre el de otro mierense ilustre, Aniceto Sela, quien sería un prestigioso profesor de Derecho Internacional Público, amén de Rector Magnífico de la Universidad de Oviedo, aunque aún continuaría su formación en La Salle y la Academia Lastra de doña Concha, quien le granjeó al colegio muy buena fama y que por sus instalaciones pasaron otros mierenses ilustres como Víctor Manuel o el mismísimo presidente regional, Javier Fernández. Rematada esta etapa, se titularía como perito mercantil en Oviedo en el año 1947 y dos años más tarde, y en la ciudad de Bilbao, alcanzaría ser intendente mercantil.

Llegados a este punto, debemos de reseñar un hecho crucial que motivó la vuelta del intelectual mierense a su concejo: el fallecimiento de su padre. Retornaría, al contrario del hijo pródigo en la celebérrima parábola bíblica para hacerse cargo de la relojería familiar, que por aquel entonces se encontraba en las inmediaciones del popular chalet de Sito Villada, encontrando también el amor en la persona de la que sería su esposa, Esmeralda Braña Noguera.

Fruto de su gusto por las finanzas, alternaría la dirección del negocio relojero con los estudios, licenciándose en Ciencias Económicas y Empresariales y obteniendo además, otros títulos como el de Agente de la Propiedad Inmobiliaria, faceta que ejerció de forma muy discreta.

En cuanto a su faceta como literato, no debemos olvidar que si bien quizás su dominio de la llingua asturiana no rozaba la perfección normativa, atesoró en su fichero particular la nada desdeñable cantidad de 150.000 términos en asturiano. Todo ello en una época en la que nuestra lengua regional tenía más de tabú que de oficialidá, realizando una impagable labor comparable a la que realizó Òmnium Cultural en defensa de la protección lingüística de la lengua catalana durante la dictadura de Francisco Franco, que sumado a su manejo de la ironía y del desparpajo le llevarían a escribir monólogos en asturiano, editados por su amigo y recordado por todos, Luis Fernández Cabeza, bajo el sello "Editorial Librería Cultura Mieres" e ilustrados, en parte, por el pintor local Inocencio Urbina. Destaca, a mi juicio, su obra cumbre titulada como "Afayu del Nueu Mundiu" y que narra el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, que con más de 5.200 versos sigue siendo hoy día -fue publicada en 1982- la obra más extensa en llingua asturiana y por ende también de este mierense, que también tuvo una agitada vida social que mantuvo siendo miembro de todas las asociaciones locales.

Su larga trayectoria literaria sería reconocida con numerosos premios entre los que destacan el "Teodoro Cuesta" de Mieres en aquel año de 1978 en el que estrenábamos Carta Magna o el "Emilio Alarcos Llorach" otorgado por el Aula de Paz "Camín de Mieres" en 2001. Como no podía ser de otra forma, los galardones "Mierenses del Año" harían lo propio en el 2014, en lo que sería un goteo incesante de reconocimientos, que llegaría por caprichos del destino, hasta una semana antes de su muerte con el homenaje del Concurso y Muestra de Folklore "Ciudá d'Uviéu".

Ya casi para terminar, más bien a modo de confidencia, me gustaría compartir con todos ustedes una imagen que invade mi mente y que no es más que una versión personal de ese enorme y majestuoso salón de los caídos que termina por convertirse en sinónimo de veneración de grandes personajes ya fallecidos; mi particular Valhalla y que por desgracia, debe sumar otro nombre más que engrosa esa lista en la que figuran personajes de la talla del ya mencionado Fernández Cabeza, Julio León, Benjamín Álvarez "Benxa" o Víctor Alperi, entre otros tantos. En resumen, he querido darle este pequeño homenaje en nombre de todos los que, gracias a gente como él, tenemos vivas las ganas de soñar y de vivir escribiendo. Con ellos hemos tocado las mejores estrellas de nuestros sueños locales y hemos ido subiendo los puertos más hermosos de nuestra historia más reciente. Hace tan solo tres años que se me emocionó hasta el alma con su presencia en aquel acto. Hoy, con tres años más de historia, puedo decir que hasta hace sólo unos días le miraba como se miran los amigos, y le sentía cercano, muy cercano; amigo, mi amigo Y aquí estamos ahora, en el bando de nuestro Mieres, en el de Teodoro Cuesta y ya también en el de Julián Burgos, del que estoy orgulloso de llevar su misma camiseta.

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