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El voto invertebrado

Vox como muestra de la indigencia de pensamiento político de los populismos

Leo la entrevista que le concede a este diario José María Figaredo, número uno de VOX al Congreso por Asturias, y se me ponen los pelos más duros que las concertinas instaladas en el muro que nos separa de Marruecos y que, sin ningún género de dudas, personajes como éste afilarían con gran emoción.

Amén de la simpleza de sus respuestas, sus dos fórmulas para arreglar el país son la unidad de España y la libertad. En lo que a Asturias se refiere, su receta se basa en la bajada de impuestos, porque dice que ese es el mal de los males que nos hace estar como estamos.

Hay que tener muy poca vergüenza para hablar de libertad cuando representas a un partido que siente nostalgia del franquismo y que lleva en sus listas a personas que firman manifiestos de apoyo a la memoria del dictador. Hay que tener mucha caradura para pertenecer a una familia adinerada de la región y soltar, como quien no quiere la cosa, que la bajada de impuestos es la receta mágica para solucionar todos los problemas. Hay que tener unos huevos más grandes que el caballo de Santiago (y cierra España) para decir que no se está en contra de la inmigración cuando tu partido dice lo que dice. Aunque en este punto quizá le patinó su interés personal y se estaba refiriendo a que ve con buenos ojos que, al menos para atender el servicio doméstico, los inmigrantes son necesarios.

Lo triste de todo esto es que un tipo así logre un escaño en el Congreso con una indigencia de pensamiento político que resulta abrumadora. Y si logra su objetivo será porque la esencia de los populismos se basa en recetas simples para problemas complejos; discursos de barra de bar, en definitiva, que penetran directamente en las neuronas de muchos ciudadanos que con la misma indigencia de pensamiento crítico, consumen con la misma emoción este tipo de infumables y telegráficos mensajes que la entrada de la Pantoja en la Isla de los famosos. Porque en España, amén del retrógrado pensamiento que hasta ahora sólo podía votar al PP, existen altas dosis de ignorancia social. Una ignorancia que impide ver las claras intenciones de esta nueva hornada de señoritos a los que siempre les han importado una mierda las desigualdades sociales y las dificultades de muchos ciudadanos, sencillamente, porque nunca las han padecido. De ahí que esta élite empresarial proponga la retirada de las subvenciones a los sindicatos, la reformulación del concepto de legítima defensa para el uso de armas, el impulso de la fiesta nacional, el encalado del Valle de los Caídos y demás sandeces. Y así, con la unidad de España y la libertad como discurso político, pretenden resolver los problemas patrios.

Es una lástima que calzada por intereses mezquinos, la ignorancia pueda cabalgar sobre doctorados y masteres variados de una élite económica a la que jamás le ha importado los problemas sociales, salvo en aquello que a ellos les afecta para consolidar su posición económica.

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