La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Como el río

Dos ausentes para siempre

Dos lavianeses fallecidos en los últimos meses, José Álvarez, "Pepe el comunista", y Alfonso Martínez

Eran de Laviana. Uno religioso, porque era sacerdote; otro, no creyente, no por ser socialista, sino por raciocinio convencimiento de la no existencia de Dios. Los dos, por el designio de la vida o de las circunstancias, habitaban fuera del municipal lavianés. Hablamos del sacerdote José Álvarez Iglesias, al que alguien bautizó como "Pepe el comunista", seguramente porque su proceder entre religioso y humano tenía más de dar trigo que de predicar. En Polaviana -y él mismo también lo decía- era "el de Tarón", como era conocido el padre.

Pues que falleció el pasado octubre, del 2018, a la edad de 97 años, dejando una estela de hombre trabajador, siempre en tendencia al bien hacer social y humano, cabe decir que, de los muchos hombres de Laviana que hicieron historia dentro de la Iglesia, "Pepe el comunista", esto es, José Álvarez Iglesias, bien se puede decir que forma parte merecidamente, con mérito y honor, del conjunto de los hombres religiosos de Laviana, que no fueron pocos y sí de mucha valía. La de este sacerdote, exvicario general de la Archidiócesis de Oviedo, también. Pero él, como todos, unos antes y otros después, también se ha ausentado para siempre de esta vida.

Más reciente ha sido el fallecimiento de Alfonso Martínez Valles, natural de Tiraña, cuyo apellido segundo, diversificado en varias ramas, fue desgajado de la zona. Alfonso, que falleció el pasado 1 de este mes de marzo, en Gijón, a los 98 años, fue un socialista republicano por afecto y convención. El 21 de abril de 1938, él mismo iba cogido de la mano de su padre, Benito (de apodo El Camamo), camino arriba en dirección del cementerio donde iban a ser muertos, que al final fueron asesinadas trece personas. No es menester decir que el padre de Alfonso fue una de esas trece personas. Y él mismo hubiera sido también abatido de aquella forma si un capitán de la tropa que los llevaba atados no se hubiera fijado en que era un chaval? Ordenó que fuese libertado? que ya ayudaría a ganar la guerra, manifestó.

Lo cierto fue que la familia desapreció de la Güeria Baxo. La casa fue desvalijada. Los hijos, en la guerra y en la cárcel, a excepción de las mujeres. Después, cuando fue posible, el exilio. Unos y otros. La historia es muy diversa. Y muy trágica. Y mucho más larga que estas simples notas que refieren a Alfonso Martínez Valles, historia viva -mientras vivió- del acontecer socialista de Tiraña, de muchas experiencias, en España y fuera de España, hasta que pudo regresar y asentarse en Gijón. Eso sí, ningún año faltó a honrar a las víctimas de la Fosa Común de Tiraña.

Dos personajes de credos distintos, de edad muy aproximada para fallecer, respetuosos y respetados: José Álvarez Iglesias, sacerdote, al que oficiaron en sus exequias más de 40 prelados, y Alfonso Martínez Valles, no creyente, para el que no quiso oficios religiosos. Paz para ellos, que ambos han de estar en la estancia eterna del silencio y de la nada.

Compartir el artículo

stats