Deliberadamente obvio lo de "Felguera", al igual que cuando dio comienzo el desmantelamiento lo denominaba como exFelguera, dado que ya no tenía ningún sentido que siguiera con su primitivo nombre.
Resulta evidente que la historia toca a su fin, no queda ni la mínima muestra de lo que fue una empresa señera en nuestro valle y que en sus años de esplendor dio trabajo a miles de personas.
Historia pasada, triste pero pasada, con tocata y fuga, y que les deja un jugoso patrimonio inmobiliario y terrenos diversos que a buen seguro les van a reportar millones de euros.
Resulta una tontería decir que las empresas van a lo suyo, a ganar dinero, sin ningún tipo de sentimentalismo, por lo que no se puede esperar otra cosa. Pero en este caso, que ni tan siquiera vengan a adecentar o poner unas flores a la estatua su fundador -con la que se lo honra en el parque viejo de La Felguera- es muy significativo. Lo peor es que hay muchos que siguen pasando de puntillas por hechos que supusieron la estocada final para estas tierras.
Como fue el traslado a Gijón de 130 empleados de alta cualificación por obra y gracia del entonces Presidente del Principado, Álvarez Areces, que les tendió puente de plata con subvenciones y acomodo en un parque tecnológico con un todo incluido de cinco estrellas.
En la citada ciudad deberían erigirle recordatorios en cada esquina, pues en toda su etapa de gobernante no hizo más que atropar todo lo que pudo y más para ella. Por el contrario a las Cuencas parece que siempre nos tuvo bastante inquina.
Tampoco se debe olvidar que, en nuestro Ayuntamiento, los gobernantes de la época se pusieron de perfil utilizando lo de "sí, bwana", callando como afogaos, seguramente pensando en prebendas posteriores, aunque a algunos que se las prometían muy felices lo que recibieron fue un clásico: "Así paga el diablo a quien bien le sirve", indicándoles la puerta de salida.
Así nos luce el pelo por Langreo.
