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Compás de espera

El conflicto en los supermercados asturianos

Si antes de entrar en el bar me hubieran preguntado cuál sería el tema estrella del día, a buen seguro que habría acertado a la primera. No se necesita tener los ojos de un lince para darse cuenta de que llevábamos ya bastantes días debatiendo sobre lo mismo: la huelga de los supermercados, y que la decisión acordada entre las partes -una tregua hasta la próxima negociación- continuaría levantando ampollas, como acostumbramos a decir en ocasiones parecidas.

Si la huelga ya tuvo semejanza con la jerga taurina, en cuanto a la división de opiniones entre los espectadores, era de esperar, como así sucedió, que a la segunda entrega del relato volviera a sucederle lo mismo. Lo primero que noté, cuando me arrimé al mostrador y pedí el acostumbrado descafeinado, era que el tema había concitado a más público del habitual, pues si bien es cierto que los tertulianos de costumbre no tenemos un cupo prefijado, tampoco solemos extendernos en demasía. En todo caso pensé, al tiempo que revolvía el azúcar, que aquello era un buen síntoma, y que ojalá en adelante nos acostumbráramos a hurgar en las noticias de cada día. De este modo, los comentarios habituales rebasarían los moldes clásicos, entre los que el fútbol continúa ganado todas las batallas.

Y como quiera que en este caso no cabían muchos matices entre el negro y el blanco (nada de una, dos o tres orejas, incluso hasta el rabo), cada cliente fue manifestando su opinión. Pronto se proclamaron dos bandos que, con el debido respeto (el tono exaltado acostumbra a usarse más cuando de fútbol se trata, sobre todo a la hora de otorgar los principales galones a Messi o a Cristiano Ronaldo), se colocaron a favor de haber continuado la huelga o, en el lado contrario, se mostraron partidarios de la tregua navideña.

Los primeros mostraron un perfil clásico, desde el punto de vista de distintas experiencias históricas, para nada despreciables, por lo que a su parecer el haber continuado estirando la goma (esas fueron las palabras literales que pronunció uno de ellos), daría mejor resultado que este parón, al que le adjudicaron un efecto desmovilizador. Y como no podía faltar la opinión sobre los sindicatos, quienes se mostraban partidarios de seguir con el combate no dejaron en buen lugar la actuación sindical.

En la trinchera contraria estaban quienes entendían que la tregua había sido acertada, dado que, entre otros argumentos, los trabajadores no habían conseguido en todo este tiempo volver a reunirse con la patronal, algo que por fin estaba a punto de producirse. No por estirar más la cuerda el resultado siempre es mejor (estas palabras eran una clara réplica, acogida por todos con una sonrisa, a las que había pronunciado minutos antes su oponente en este asunto).

Cuando me tocó a mí el turno, esgrimí un tono entre positivo y escéptico, algo así como ya veremos, adobado con algunas referencias a la escuela donde me había educado, y en la que cada fase y momento han de ser analizadas con todo detalle, por lo que en muchas ocasiones (no siempre, recalqué) sobra esa Biblia que acostumbramos a llevar con nosotros.

Como quiera que la reunión tocaba a su fin, alguien sugirió que buscáramos unas breves palabras para rematar el final. Tras algunas tentativas, más bien ligeros escarceos, no tardamos en ponernos de acuerdo: "Compás de espera". Así que aguardamos los próximos acontecimientos.

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