Aunque resulta ocioso decirlo, hasta el ciudadano más despistado de las Cuencas, sufridor de todo ello, sabía que "la falta de control", la "gestión ineficaz" y, sobre todo, gastado sin ningún rigor 1.786 millones de los Fondos Mineros, destinados a crear empleo, fijar población, y revitalizar las zonas afectadas, por los traumáticos cierres.
A estas alturas, poca falta hace que el Tribunal de Cuentas lo ratifique, por cierto con bastante retraso, dado que los chanchullos y la pose de egipcio de algunos, eran vox populi en todo lo que se estaba invirtiendo.
Otra de las conclusiones fue que "no se evidencia que los recursos aplicados hayan tenido impacto en mitigar la pérdida de población". Tampoco en el empleo. 1.786 millones que se supone deberían haber cambiado en los más variados aspectos radicalmente nuestras cuencas mineras.
No deja de tener un tinte de humor negro que muchos de los que remedaron a los tres monos sabios -no ver, no oír, no decir- durante todo el proceso, siguen enquistados en todos los poderes o con jubilaciones de Ministro, pidan ahora "eficacia y control" con la llegada de los denominados "Fondos Verdes". Faz de hormigón armado.
La pregunta no puede ser otra: ¿por qué no se piden responsabilidades, incluso patrimoniales, por el desbarajuste y dilapidación de los millones de euros en cosas innecesarias o chiringuitos al uso? Misterio indescifrable.
Seguramente siguieron la estela de la Vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, cuando dijo la boutade de que "El dinero público no es de nadie" y lo adecuaron al asturiano "tira que libres Manolín" en la falsa creencia de que el maná iba a ser eterno.
Así nos luce el pelo, amén de las negativas consecuencias para los habitantes de las Cuencas, mientras nuestros representantes parece que lo son de ellos mismos y de su entorno cercano. Pena y dolor, además que en la pomada del poder no hay modo de que cambien los excipientes.
