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Dando la lata

Toser

La alarma que genera la tos de una persona en un entorno cercano

Anoche, nada más comenzar el debate sobre los contenedores subterráneos que propone el PP, el vocal delegado de salud pública tosió aparatosamente. Y, claro, lo que produjo fue una estampida en toda regla. Salimos todos disparados. Reconozco que entré en pánico y corrí hasta el polígono a desinfectarme en un túnel de lavado de coches. Fue bastante desagradable, pero parece que estoy a salvo. De momento.

El tosedor ha sido severamente amonestado y expulsado temporalmente de la tertulia. Que no vuelva hasta que pase la pandemia. El muy insensato pretende justificarse alegando que tiene carraspera a causa del tabaco. Y una mierda. A día de hoy, toser significa coronavirus. Así de simple. Y los pasajeros del Alvia bastante considerados fueron limitándose a recluir a su tosedor en un vagón aislado. Si por mí fuera, sale por la portilla en marcha.

Yo mismo he tenido esa tos mañanera de origen nervioso, que sólo se da de lunes a viernes para desaparecer el fin de semana. Bueno, pues ahora, ni eso. No me atrevo, no vaya a ser que me escuche alguien del bloque y acabe confinado en un trastero. Cuando parece que me va a dar, contengo la respiración de tal manera que a veces hasta pierdo el conocimiento. Pero consigo no toser, si bien el aire que busca salir por la boca da la vuelta y acaba en el exterior por el otro extremo. Pero eso aún no está bajo sospecha.

Por cierto, no se a ustedes, pero me van a salir escamas en las manos de tanto lavarlas. Ahora mismo podría encender una cerilla rascándola contra el dedo índice. Val más morrer.

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