En Italia la gente se asomó a la ventana, cantó y tocó con instrumentos musicales en agradecimiento a la labor llevada a cabo por el personal sanitario en pro de la asistencia a las personas que padecen el Coronavirus.

En España no quisimos ser menos y primero a las diez y después a las ocho de la tarde se sale a las ventanas y balcones para aplaudir a nuestro personal sanitario. En alguno de los hospitales cercanos a ese ruidoso aplauso, los aplaudidos correspondieron con gratitud y también aplaudieron. Es más y hasta se emocionaron.

Cuando estas líneas escribo ya es cotidiano este sentido aplauso para seguir agradeciendo esa intensa e inmensa labor, pero con la gran diferencia de que ahora ya es a las ocho de la tarde con el fin de que también los niños puedan sumarse a ese agradecimiento.

Yo, desde la cama, quiero mandar un silencioso aplauso a ese querido personal, pensando que alguno leerá esta columna. Gracias mil por su labor y esfuerzo, esperando que algún día este virus pueda remediarse de alguna forma.