El deseo, en ocasiones, nos lleva a distorsionar la realidad. Vemos lo que queremos, no las cosas como son. Iniciando la sexta semana de confinamiento, con los datos sanitarios vislumbrando el aplanamiento del gráfico de contagios y fallecimientos, y cuando se anuncian medidas para relajar el aislamiento de los niños, se puede tener la falsa percepción de que lo peor ha pasado. La verdad más certera es que todavía estamos en lo peor. Y así puede llegar un cierto relajamiento. Cuatro detenidos en Mieres, diecisiete sancionados en Langreo por saltarse las medidas de la alarma sanitaria, son cifras que, aunque engañosas porque la mayoría de la ciudadanía las cumple, muestran una cierta actitud de laxitud ante la gravedad de la crisis, la irresponsabilidad de unos cuantos. No nos relajemos aún.
