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Fernando Delgado

Riosa llora por dos mujeres ejemplares

Julia Ruiz y Avelina Sariego, fallecidas en abril, dejan una profunda huella entre los vecinos al ser muy apreciadas en el concejo

Riosa es uno de los pocos municipios de Asturias que ha mantenido a raya al maligno coronavirus al no haber sido diagnosticado ni un solo caso entre sus habitantes. Sin embargo, las circunstancias especiales del confinamiento han impedido que las personas fallecidas por otras causas fuesen despedidas como se merecen por sus familias, arropadas con el cariño de amigos y vecinos.

Ante la falta de contacto directo han sido las redes sociales quienes establecen la función de trasladar las condolencias a los familiares de los finados. Tanto la página del Ayuntamiento que dirige Ana Díaz como la web "Riosa Historia Activa", que administra José Luis Cabo, cronista oficial de concejo, han recibido cientos de mensajes de pésame por el fallecimiento de dos ilustres y queridas riosanas, nacidas en la década de los años treinta del siglo pasado y que han dejado una profunda huella entre sus convecinos por sus extraordinarias cualidades humanas.

Julia Ruiz Suárez se granjeó, por su personalidad y por sus actos, el cariño y afecto de todas las generaciones de alumnos a los que dio de comer durante más de tres décadas como cocinera del colegio público de Riosa.

Además de sus excelentes dotes culinarias destacó por ayudar siempre a los demás con su permanente sonrisa y su gran humildad. La asociación de mujeres "La Pimpana" y el Ayuntamiento de Riosa le rindieron en marzo del año pasado un emotivo homenaje con motivo del "Día Internacional de la mujer trabajadora" que abarrotó el salón de actos de la casa de cultura con la asistencia de numerosos vecinos, ex alumnos y ex profesores del centro educativo.

Gran persona, cariñosa, cercana, educada, humilde, comedida, generosa y buena paisana, fueron algunos de los epítetos utilizados por sus vecinos para definir la personalidad de Julia, quien siempre dejaba huella con su buen hacer y su permanente sonrisa. Falleció en su domicilio de Nijeres el pasado 26 de abril, arropada por su familia, a los 81 años de edad.

Había nacido en 1938 en el pueblo riosano de Grandiella, ubicado en la falda del Angliru, en el seno de la numerosa familia que habían formado su madre Luzdivina, natural de esa misma localidad y su padre Juanín, carpintero que había venido desde Santander y que luego trabajó como minero. El matrimonio tuvo una docena de hijos, tres fallecieron prematuramente, y Julia ocupaba el quinto lugar entre los nueve restantes. En 1960 se casó con Enrique López, también minero, y se fueron a vivir durante un par de años a las viviendas de Las Mazas de Morcín mientras se terminaban de construir las nuevas casas de Nijeres, en Riosa, donde formaron su hogar en 1963 y donde nació su hija Julia, casada luego con Alberto Otero. Julia Ruiz deja dos nietos, Bárbara y Alberto, y dos biznietos, Jairo y Nadia.

Como cocinera del colegio desde 1967 hasta su jubilación llegó a dar de comer hasta tres generaciones distintas de alumnos de una misma familia. Sus suculentos guisos y sus exquisitos postres alimentaron a miles de niños por los que sentía un gran afecto y quienes también la adoraban. Siempre procuraba darles comida casera y la que no se utilizaba la guardaba para repartirla entre los más necesitados. En esta última etapa era trasladada al Centro Rural de Apoyo Diurno (CRAD) de Argame donde era muy apreciada y participaba en todas las actividades que se organizaban y, especialmente, en el Club de Lectura que imparte semanalmente Noelia Pereira. Julia era fanática de las rosas blancas que no pudo tener en su despedida por el confinamiento. Descanse en paz.

Bar tienda

Por su parte, Avelina Sariego Alvarez, la otra riosana ejemplar, falleció a los 86 años el pasado 19 de abril. Había nacido en el riosano pueblo de Muriellos en 1933. Hija de Rosario y de Rodrigo fue la menor de seis hermanos. En 1956 se casó con Gerardo García Villoria, conocido por el apodo de "Nin", natural en Fresneo (1933) pero de muy crío se trasladó a Muriellos junto con su familia. Después de casarse, Avelina y Nin se fueron a vivir a Lieres, en Siero, ya que su marido entró en la mina de Solvay. Más tarde regresaron a Muriellos cuando consiguió trabajo en Hulleras de Riosa. Sus hijos Gerardo (1957) y Marcial (1966), nacieron ambos en Muriellos.

Tras jubilarse de la mina, Nin y Avelina, se instalan en 1968 en La Foz de Morcín para regentar un bar tienda, propiedad de Graciano Otero, junto a la bolera. Mientras Nin atendía la barra, Avelina se encargaba de la tienda, de la cocina y de criar a sus hijos Gerardo y Marcial. Allí dio muestras de sus excelentes dotes culinarias y de su risueño carácter ganándose el cariño de todos los clientes. Aún recuerdo con pesar, como algunos guajes, entre los que me encontraba, íbamos en ocasiones a tirarle petardos a la puerta de la tienda sin ningún motivo y como ella nos aguanta estoicamente.

En 1978 retornan a Riosa e instalan el Bar "Casa Nin" en la recta de La Ará, establecimiento que gestionan hasta 1998, fecha en la que Avelina accede a su merecida jubilación. En 2001 queda viuda al fallecer Nin a la edad de 67 años. Avelina sentía una especial predilección por su único nieto, Pelayo, hijo de Marcial y Pilar.

Entrañable, espontánea, luchadora, cariñosa, trabajadora, sencilla, excelente persona, preocupada por los demás, con buen humor y la sonrisa en su boca, poseedora de una gran memoria, le gustaba recordar tiempos pasados y colaboraba activamente con José Luis Cabo, cronista oficial de Riosa, en facilitarle fotos antiguas para la fototeca del concejo.

El pasado 6 de marzo con motivo del "Día Internacional de la mujer trabajadora" Avelina Sariego fue homenajeada por el Ayuntamiento de Riosa en un emotivo acto que tuvo lugar en la casa de cultura bajo el epígrafe "Chigreras de antaño". Allí contó con mucha naturalidad y espontaneidad algunas de los cientos de anécdotas que vivió durante sus treinta años como "chigrera".

Los cientos de condolencias y muestras de afecto expresadas por los vecinos hacía Julia Ruiz y Avelina Sariego demuestran que a Riosa le caen las lágrimas por estas dos extraordinarias mujeres, auténticos ejemplos de sacrificio y de buen hacer, como indicó su alcaldesa Ana Díaz. Descansen en paz y un fuerte abrazo a sus familias porque su recuerdo permanecerá en nuestra memoria.

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