Diario del coronavirus.
Mejor evitar los excesos de información. Porque en dos meses y pico me ha parecido tener más la mitad de los síntomas del covid-19 y ésta no es manera de vivir. No voy a leer ni un estudio más. Los últimos señalan que el maldito virus es claramente feminista, porque se ceba sin compasión con los hombres salvo en la franja de mayores de 90 tacos, edad a la que el personal masculino tiene costumbre de estar durmiendo el sueño de los justos. Para más inri, otro supuesto experto dijo ayer que la alopecia puede agravar el riesgo. O sea, que si eres paisano, entradito en años, calvorota o coronillo, agárrate, que vienen curvas. Y sí, además, tienes la tensión alta, mejor que levantes los brazos y te rindas directamente. Pero, con este panorama, ¿quién no está hipertenso? De los condenados a trabajar para vivir, todos.
Bueno, y ya el colmo de los colmos es que el coronavirus, por si no fuera aún suficientemente chungo, también es racista. Lo dice un informe norteamericano: si eres negro lo tienes peor. Bueno, pues yo tengo cuatro de cinco. Pero el varón, talludo, negro, hipertenso y calvo tiene un repóquer y no lo libra ni la caridad.
Es que si continúo haciendo caso de lo que dicen, en una de éstas acabaré pidiendo entrar en el laboratorio de Wuhan a esnifar lo que dejaron por allí y poner fin a esta inquietud. Y a ver quién puede más. Al menos, morir de pie en vez de vivir arrodillado, escondido y en constante huida de posibles focos infecciosos, que pueden ser cualquiera.
Y de política no hablo porque, en fin, para qué. Lo que se salve del virus lo rematarán ellos.
