Los brotes verdes repuntan con vigor en esta desescalada de la pandemia del covid-19. Ya podemos contabilizar jornadas sin fallecimientos y los nuevos contagios se reducen. De la mano de los buenos datos y de la recobrada libertad, controlada y vigilada, la normalidad parece ir restableciéndose. Pero los buenos auspicios corren el riesgo de acabar achicharrados. La quijotesca localidad de Tomelloso acogió un botellón de más de 700 jóvenes. Luanco tuvo el suyo, mucho menos multitudinario. Hasta un príncipe belga estuvo de farra en Córdoba... Llega el calor y las playas nos atraen sin que los ayuntamientos, responsables de los arenales, tengan capacidad de poner orden. El distanciamiento social es el mejor antídoto contra el virus y la responsabilidad personal su mejor aplicación para evitar que los brotes verdes acaben refritos.
