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DANDO LA LATA

Normalidades

La desescalada y las actitudes que toma la gente ante la vuelta a la rutina

Diario del coronavirus.

Qué entretenido es observar cómo lleva la gente la mascarilla. En la muñeca a modo de pulsera, en el codo para protegerse en caso de caída, prendida con dos dedos como bolsito de mano, haciendo de receptáculo de la papada y lo más elegante, colgando de una oreja.

La nueva normalidad es así, chocante. Y para compensar la reducción de la contaminación que trajo el confinamiento, ahora nos hemos propuesto llenar el mundo de guantes y mascarillas, que arrojamos al suelo, a los ríos, al mar, al campo, a donde sea excepto al cubo de la basura. Por una razón aún desconocida, no nos gusta el cubo de la basura como depósito de esos adminículos usados. Porque los humanos somos así: inteligentes por momentos y gilipollas la mayor parte del tiempo.

Por cierto, a la tertulia del contenedor llegó la noticia del desabastecimiento de piscinas portátiles, hoy objeto de deseo número uno de los españoles, que se temen unas vacaciones de verano con las piscinas públicas cerradas. Esto, conociéndonos, va a tener consecuencias. Ya están alertando de la impresionante cantidad de agua que entra en esos chismes, que como no se instalen en un lugar seguro pueden inundar los alrededores. Atentos, en especial, a las terrazas, no vayan a acabar calando hasta los sótanos. Al tiempo, que cuando nos ponemos borricos no nos supera nadie.

Deberíamos tener presente que la nueva normalidad que anuncia el Gobierno no protege contra la anormalidad colectiva que tantas desgracias ocasiona.

Por cierto, señora, si estando en la calle se le cae la mascarilla al suelo, recójala y tírela a la basura. ¡No se la ponga de nuevo! Que más que el virus va a pillar la muerte.

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