La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

VENTANA INDISCRETA

Hablemos de enseñanza

El futuro de la educación, online y presencial, a consecuencia del coronavirus

Encendemos la televisión y, en cualquier cadena, la primera noticia es sobre la hostelería; leemos la prensa, sea en papel o digital, y en primera plana la hostelería. Nos enseñan reportajes apoyados en imágenes y todos giran en torno al estado de las terrazas hosteleras. La saturación sobre las terrazas, los bares vacíos o llenos y la invasión irresponsable de las playas, son las noticias que aparecen hasta en sueños. Se olvidan o relegan a segundo plano otras noticias que, al menos, son tan importantes como las anteriores. O deberían de serlo. Por ejemplo, la educación y enseñanza escolar.

Apenas, salvo alguna excepción, se han ocupado los medios en hacer alguna referencia a la situación del sistema educativo en nuestro país, a raíz de la excepcionalidad creada por la pandemia vírica. Se ha dicho, y parece ya un axioma, que la educación, la enseñanza, no vende. Dentro de dos meses se inicia un nuevo curso escolar, un curso que viene marcado, no podría ser de otro modo, por la covid-19 y las consecuencias que conlleva, tanto de salud como sociales, determinarán su planificación que de momento poco se sabe, y la que hay en algunas comunidades está siendo cuestionada por su falta de concreción.

La pandemia ha cerrado en falso todos los centros de enseñanza, desde los infantiles hasta los universitarios. Y con ello todo un proceso educativo que va a sufrir, está sufriendo, una situación que exige una inmediata toma de conciencia, no solo por el profesorado como colectivo directamente implicado, también por algunos sectores de madres y padres que deberían de mostrar más comprensión y colaboración, y menos jeremiadas sobre su inicio, aún entendiendo algunas de sus preocupaciones.

También la administración educativa, tanto nacional como regional, lo que ha hecho es dejar a su suerte al profesorado y al alumnado con el ordenador como herramienta, tiene que mostrar que realmente está con la educación y enseñanza pública, más allá de la brecha digital que ha servido como excusa para un aprobado a "vuela pluma" que la ministra, en su "comprensión social", ha hecho norma y con ello desmotivado a una gran parte de los alumnos y alumnas no precisamente incluidos en ese "general" aprobado. De tal manera que algunos profesores de la ESO han tenido que llamar al "orden" a algunos alumnos.

En la tesitura comentada de la brecha digital, en mi opinión, debería hacerse lo mismo en la enseñanza presencial, porque la brecha continúa, ya que no todos tienen el mismo acceso a la solución de las tareas escolares como otros, que sí pueden acceder a Internet. Ese aprobado institucional que, si no es general, lo es en un 90%, lleva cierta carga que, a mi juicio, raya en populismo pedagógico que en nada favorece al alumnado afectado, como tampoco al propio sistema educativo. No es brecha digital, es diferencia social, es existencia de clases sociales y existen tanto en la enseñanza presencial como en la online. Luego, menos discursos exculpatorios.

Parece que la experiencia online en la enseñanza, al menos en primaria y secundaria, no ha funcionado, social y pedagógicamente, y si algo funcionó, fue muy regular. Pero es que la telemática no es la escuela, ni el instituto. Es sencillamente, en el caso que se comenta, individualización del alumnado. La escuela, el instituto, es el lugar en el que los niños y las niñas, así como los jóvenes, se ven, se hablan, sonríen, muestran sus afectos y también sus defectos, hacen amistades, muestran sus valores; juegan y debaten, critican a los profesores y profesoras, también los aplauden. Todo eso, y más, no se puede hacer online. Eso no circula por el mundo virtual. Eso, tal vez, circule en las mentes de quienes entienden que la enseñanza, la educación, tiene que ser dirigida e individualizada y entonces, qué mejor que el ordenador, el flexo y la soledad.

Un profesor, en su inmenso optimismo, en un artículo sobre el cierre de centros escolares escribe: "Es importante que se prevea un fin de curso presencial. Niños y adolescentes y su profesorado necesitan verse frente a frente para dar por acabado el curso (...) No sería bueno para nadie acabar el curso de manera telemática. Despedirnos sin vernos de cerca." Una propuesta, que yo comparto, sencillamente hermosa. Pero me temo que inútil.

Sería injusto finalizar sin reconocer el extraordinario trabajo de los alumnos y alumnas, de los profesores y profesoras, así como de muchas familias, de la escuela pública, que han sabido salir "triunfantes" del nudo telemático, durante el obligado confinamiento. Ellos y ellas nos dicen que la educación pública tiene como obligación ser compensatoria, igualitaria y equitativa. En ello va el "alma" de la ciudadanía y del país. Seguro que así se hará.

Compartir el artículo

stats