Las previsiones que se barruntan para un futuro próximo no parecen invitarnos, precisamente, a mirar el porvenir con optimismo. El maldito covid no hay modo de vencerlo definitivamente, y no solo eso, sino que parece que va a seguir muy contento entre nosotros, con lo que todo conlleva entre rebrotes y defunciones, y aunque Asturias hasta ahora haya sido privilegiada en este aspecto, ya comienza a tener pequeños síntomas preocupantes.
A todos los niveles, lo que viene ahora tiene toda la pinta de que va a ser catastrófico, básicamente con el naufragio del turismo exterior, que como resulta archisabido es el motor principal de nuestro PIB. A todo lo relacionado con ello no se le vislumbra solución positiva, y va a suponer la pérdida de millones de puestos de trabajo, amén de cierres definitivos, lo que para una economía como la nuestra, que ya estaba prendida con alfileres, puede ser la puntilla definitiva.
En el momento actual, lo ideal para Asturias, con independencia de ser en estos momentos la comunidad más segura -toquemos madera-, sería que los asturianos dedicásemos nuestro tiempo de ocio, o vacacional, a recorrer nuestra región, que en muchos de los casos es la gran desconocida, con infinidad de lugares que tenemos al lado y los situamos de oídas. Aparte de tener más seguridad en variados aspectos, invertiríamos en nuestra tierra, disfrutando a la par de ella, pues somos la envidia del resto de comunidades del país: paisaje, paisanaje, mar, montaña, gastronomía inigualable, monumentos, historia, clima ideal... Y sin olvidar a nuestras Cuencas, a las que no les falta nada, y por si cualquiera pone alguna pega decirle que tiene la playa a veinte minutos justos, pudiendo compatibilizarlo todo.
Simple reflexión, además de barata y, teóricamente, con más seguridad.
