Septiembre era el mes clásico del comienzo de las clases. Según las edades, unos comenzaban primero que otros. Pero este año, con la triste aventura de la pandemia, la desorientación está marcada desde la Ministra de Educación, la señora Celaá, los consejeros de cada Comunidad, profesorado y, principalmente, la desorientación de los padres de familia.
No debo olvidarme de los colegios ni de sus directores, sobre todo qué hacer con los alumnos, la superficie de sus clases, cómo entrar y como salir sin provocar revuelo ni tumulto. A los niños y chicos deben de tomarles la temperatura al salir de casa, por lo cual los padres deben de estar provisto de un termómetro digital o de infrarrojos de rápida respuesta. Si acusan fiebre, el muchacho no debe ir a clase. Siendo alto el números de alumnos, también se recomienda que el colegio o escuela tenga un servicio de enfermería. Las aulas no deben de tener un gran número de alumnos, por lo que ya hay algún colegio que dispuso ampliar las aulas en zonas deportivas.
Todas y muchas más normas se han convertido en una auténtica borrachera de nuevas disposiciones que estarán en funcionamiento este mes para poner en marcha el nuevo curso, si la convocatoria de una huelga general en la educación que llegó a barajarse no lo impide finalmente.
