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A CONTRACORRIENTE

Laviana, hora cero

Los efectos de la pandemia en una población vital y bullanguera

Esta pandemia mundial está convirtiendo la normalidad cotidiana en un rastro de desventura, de tristeza, de duda, de sinrazón.

El bacilo traidor y oculto sigue actuando sin contemplaciones dejando contagios y malestar en una población en la que aun siguiendo las recomendaciones sanitarias la huella malévola sigue presente. Si en Madrid y otras zonas españolas el coronavirus campa a sus anchas, en esta tierra septentrional y bastante aislada, la situación preocupa a las autoridades rectoras.

A Laviana, que se las prometía muy felices, llegó ese contagio infausto por un relajo juvenil y aventurero. Pruebas masivas y controles médicos exhaustivos para sujetar a ese maléfico virus. Casi confinamiento poblacional con el miedo en el cuerpo y el pánico en la mente. La capital del concejo, Pola de Laviana, estos días era una villa fantasmagórica y alejada de la rutina bullanguera de otros días. Soledad en sus calles, plazas y zonas recreativas. Es la hora cero del coronavirus y la referencia preocupante de un contagio popular.

Siempre pensé que la Peña Mea, la Peñamayor y el río Nalón, ese mosaico geográfico y categórico con sus aires terapéuticos, impedirían la vitalidad de un virus ocioso y letal. Pero por desgracia nadie se libra de esta pandemia corrosiva y toda precaución es poca para defenderse de ese bicho intransigente e insalubre. Este problema está causando notables pérdidas económicas en las empresas, comercios, restaurantes y bares del entorno.

Habrá que hacer rogativas para superar esta plaga maléfica y regresar a una situación razonable de convivencia y normalidad. Este covid singular, ha creado un estado de ánimo complicado difícil de solventar. Ya nada será lo mismo. Todo ha cambiado, se ha transformado el carácter, la manera de conectar y a partir de ahora habrá que convivir con unas exigencias sanitarias y sociales que limitan nuestras vidas. Todos esperan por la vacuna feliz y vencedora. De momento son ensayos y mucha especulación para lograr ese paraíso de tranquilidad y convencimiento de contar con un antídoto que asfixie al monstruo molecular.

Laviana, zona cero con sus horas, minutos y segundos. Centro neurálgico en Asturias de un contagio masivo sin llegar al caos ni al Apocalipsis, pero que causa temor en los responsables médicos, políticos y en esa sociedad timorata y sinestésica que sigue los consejos de los llamados expertos para sortear posibles infecciones. Mala suerte y malos momentos. Hay miedo, no hay pasión por los paseos, el refugio sosegado son los domicilios, los niños sin columpios, la música olvidada, los mayores sin su hogar ameno, la cultura sin asistencia, las tertulias sin condescendencia, los jueves sin mercado, el aire envuelto en nebulosa y los políticos sufriendo porque esta pandemia se les va de las manos.

Habrá que comprar esperanza en grandes dosis y pensar que este grave momento sólo es un triste y nefasto sueño. Debemos aprender de estas anomalías extrañas para sacar a la luz nuestra debilidad y nuestra conciencia ante un mundo y una naturaleza que nos pueden. Las pestes marcaron un tiempo en la historia y se escaparon dejando un reguero de muerte e impotencia. Son los ciclos vitales de un planeta que quiere dejar impronta de su poderío. Por favor, ¡no más confinamiento! Sería la ruina.

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