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A MI AIRE

Ciudadanos indefensos

Resulta toda una rutina indeseable la indefensión que a diario nos encontramos los ciudadanos ante cosas que tienen poca razón de ser, y que a la fuerza debemos soportar estoicamente. Cuando esto ocurre me viene a la memoria viñeta publicada hace varios años en la que se veía a un pescador marroquí meando encima de un colega español que se protegía con un paraguas, a la vez que exclamaba ¡y que tengamos que decir que está lloviendo!

En la actualidad el mensaje de la viñeta podría trasladarse a diversas situaciones, incluidos los "países hermanos" a los que se ayuda con esplendidez, que nos siguen chantajeando y enviando ciudadanos de oscuro pelaje, carne de páginas de sucesos diariamente. De todos modos a la indefensión que me refiero es la que padecemos los ciudadanos cumplidores y respetuosos con la Ley, que nos convierte en blanco perfecto, asimilados al citado pescador, teniendo que metafóricamente tener constantemente abierto nuestro paraguas.

Que a nadie se le ocurra mínima insinuación, o llamar la atención a chavales, o no tanto, que berrean en horas intempestivas, mean o vomitan en los portales, o el marrano, más que el perro, que lo lleva a dejar sus recados por aceras y largarse sin más. Te pondrán a bajar de un burro, e incluso se acordarán de tus ancestros, e incluso te amenazarán.

Ejemplo gráfico puede ser el de las mascarillas, uno mismo ha contemplado varios incidentes por la ausencia de ellas, la última: persona que indica por señas a otra que no la lleva puesta, con respuesta violenta del cafre "No me la pongo porque no me sale de los cojones, ¡imbécil!". Simple muestra.

En temas sensibles para la sociedad los ciudadanos no tienen porqué actuar de escudo para cosas por las que deberían estar protegidos de oficio, y de paso no arriesgarse a que les partan la cara por gentes que campan a sus anchas. Así ta montáu el negociu.

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