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VENTANA INDISCRETA

Hola, soy un abuelo

Sobre el inicio del curso y la necesidad de llevar a los niños a clase

Y tenemos una nieta que va a recomenzar un curso que le robó, allá por el mes de marzo, la pandemia que aún padecemos. Esta niña, junto con otras muchas niñas y niños, irán a sus IES y colegios de primaria y tendrán, claro que sí, a sus padres preocupados, también a sus abuelos, entre los que me encuentro. ¿Es que hay alguien que en estos momentos no tenga miedo, o al menos preocupación, en la situación actual?

Pero, este abuelo "preocupado", sabe que su nieta va a ir con muchas garantías a su instituto. También sabe que las hijas y los hijos, no son propiedad de sus respectivos padres (léase madre o padre) y porque no lo son, no se les puede privar, por miedo, se dice, más impuesto que adquirido, de la educación y de la enseñanza.

Rotundamente, no. Los padres que en base a ese miedo, no enviarán a sus hijas e hijos a los centros de enseñanza, no tienen más cariño hacia ellos, que los que sí los van a enviar. Tienen, eso sí, un sentido de la propiedad totalmente privado y paternalista. En mi opinión, muy criticable. Se me dirá que debo de respetar esa decisión. Pues me temo que no será así. Respeto a los padres, como personas, obviamente; pero su postura excluyente, no.

Si desde los poderes económicos, se nos ha presentado la disyuntiva "salud, economía", con la derrota de la primera, no caigamos en el juego de escoger entre "educación y salud", es una falacia. Ambas, son compatibles. Por supuesto, con todas las medidas, que nunca serán definitivas, para la salud de las alumnas y alumnos. Así como la del profesorado y personal no educativo.

Está dándose una falacia "democrática", y es preguntar a las niñas y a los niños si "quieren" ir al cole, obviamente ningún padre/madre, hará caso a la respuesta negativa o positiva, ya que si la familia tiene asumida la abstención escolar da lo mismo tal democrática pregunta y viceversa. Será una pregunta oportunista y manipuladora.

No obstante, sí sería válida la opinión de quienes tienen que ir al centro escolar, que no somos, precisamente, las personas familiares que imponemos la asistencia al aula, junto con el Estado.

No se nos venga, ahora, con una falsa democracia. Cuando, amigas y amigos, la enseñanza es obligatoria, es decir, impuesta. Así de claro. De ahí que se grave con sanciones a quienes incumplan con tal obligación. Si es justa o no, la sanción es otro tema. Que la vuelta sea lo menos gravosa para las niñas y niños, que al final son quienes van a estar en el centro del "huracán". Es mi deseo.

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