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DANDO LA LATA

El cotillavirus

El daño de los rumores de falsos brotes y contagios de covid-19

Diario del coronavirus.

Entre los brotes que hay y los que la gente se inventa, el asunto anda delicado.

Mieres, cotilla por tradición, donde la rumorología es actividad principal y siempre dispuesta a que los infundios corran de boca en boca, resiste a duras penas una pandemia en la que se mezclan realidad y ficción. Porque al igual que se es culpable antes de que te juzguen, se es positivo en covid-19 antes de tener el resultado. Incluso antes de hacerte la prueba. Y así está ocurriendo, que te llegan por todos lados, aunque procures evitarlo, rumores de contagios.

Y, qué curioso, el asunto se toma como en el tiempo del virus del SIDA, con aquel secretismo con el que unos intentaban protegerse de las miradas críticas, morbosas y acusadoras de otros. Porque, además de un drama terrible, la sociedad procuraba que también fuera una vergüenza familiar.

Pues eso, que te lo cuentan como si nos pudiera grabar el comisario Villarejo, "información" reservada que corre como la pólvora y que en más de una ocasión está poniendo a los afectados -por el cotilleo, no por la infección-, en una situación incómoda.

Porque imaginen que mañana se extiende el rumor de que usted tiene el coronavirus. Y, con las mismas, sale a comprar el periódico o al supermercado. A ver con qué cara lo miran. De espanto, como mínimo. Y gracias si no se lleva un bolsazo por saltarse el confinamiento, aunque usted jure y perjure que está sano como un coral. Da igual: la mecha prendió y, por más que no sea cierto, es usted socialmente contagioso y más le vale ponerse a resguardo.

El cotillavirus lleva muchísimos años entre nosotros. Pocos son los inmunizados, unos cuantos los asintomáticos y demasiados los enfermos con mal pronóstico.

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