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El presunto gafe, la guerra cierta

The Jinx y 37 Days, dos documentales unidos por el común denominador del horror

El presunto gafe, la guerra cierta

Lo único que une a estos dos excelentes documentales es su condición de tales ("que representan, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos, etc., tomados de la realidad"). A partir de ahí se separan, nada tienen que ver, salvo el común denominador del horror. El primero, además, no contiene ficción, todo en él son datos, entrevistas, imágenes de lugares en los que se desarrolló la historia que se cuenta? y las dos estremecedoras charlas entre Jarecki y Robert Durst, la última de las cuales finaliza, voz en off, cuando Durst confiesa ser el autor de los asesinatos que se le suponían. (No soy "spoiler" al revelarlo: todos los medios se han hecho ya eco de ello y se suscitó al efecto una colosal polémica sobre si los productores de The Jinx sirvieron al periodismo al no dar a conocer ese final a las autoridades o bien prestaron nulo servicio a la justicia: ya escribió Luis M. Alonso en estas páginas sobre ello). Robert Durst pertenece a una familia de multimillonarios y, según él, todo el espantoso escándalo criminal en que se ha visto envuelto se debe a que es un "jinx", un gafe, un cenizo, un tipo con malísima suerte. Con frialdad estremecedora (y con unos tics faciales que meten miedo en el más pintado) cuenta que su esposa desapareció de la faz de la tierra sin que él sepa el porqué; que, dieciocho años después, una amiga suya apareció muerta de un disparo sin que él sepa el porqué; que un vecino suyo de un infecto apartamento de Galveston (donde Durst se había refugiado? disfrazado de mujer) apareció descuartizado sin que él sepa el porqué. Todo, según Durst, desgraciadas casualidades que le acusan solo porque es un gafe (sí, reconoce haber disparado a su vecino, pero el juicio falló que fue en defensa propia). Con paciencia infinita, Jarecki le pregunta y repregunta sin que Durst se mueva un pelo del guión que se ha trazado. Hasta que le enfrenta a una prueba definitiva (aquí no puedo dar más detalles) que desemboca en el silencio de Durst y su posterior confesión, fuera de cámara, en el lavabo al que se retira. Si ustedes se animan a ver un descenso a los infiernos, si están dispuestos a que los pelos se les pongan de punta, déjense de series truculentas y asómense a The Jinx, bien preparados para el espanto.

Por el contrario, 37 Days cuenta con actores que interpretan a los personajes que hicieron surgir la 1ª Guerra Mundial. Los gobiernos británico, alemán, austriaco, ruso, serbio, belga, francés? Secretarios de estado, embajadores, el zar Nicolás, el káiser, el agonizante emperador del imperio austrohúngaro, Churchill, el magnicida Gavrilo Princip, el personal de servicio, soldados a punto de ser enviados al matadero. Todos quienes participaron por acción o por omisión en que la Gran Guerra tuviese lugar. Un documental sobrio, nada efectista, prácticamente rodado en los interiores de los despachos donde la tragedia se va cociendo. Entre té y té, entre desayunos al aire libre, entre juegos de cricket y tertulias en casa del primer ministro de Su Graciosa Majestad se camina hacia el abismo que pagará la carne de cañón de a pie, como siempre y como siempre al servicio de los mercaderes. Desde un punto de vista cinematográfico, bastaría recomendar la serie por la interpretación de Ian McDiarmid en el papel de Sir Edward Grey, secretario de Asuntos Exteriores británico, un papel que borda al llenarlo de matices, de cierta indecisión, de esa buena voluntad que no basta, de su juego suave frente a la agresividad de Sir Winston, de su responsabilidad, que le va comiendo a bocados por dentro. Así empezó todo: más de diez millones de muertos.

El horror en dos facetas: la individual y la colectiva. El espanto en documental.

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